viernes, 12 de julio de 2013

CARLOS HUGO ASPERILLA NOS HABLA DE: NUEVA YORK


¿Cuál fue la primera impresión al bajar del avión?

Pues la primera impresión al pisar suelo americano fue la de expectación. Expectación porque, aunque no tenía muchas expectativas sobre Nueva York, si tenía curiosidad. Era la primera vez que hacía un viaje tan largo Madrid-Londres  Londres- Nueva York, y desde entonces, si puedo evitarlo, no pienso tirarme ocho horas con el culo clavado en un asiento a no ser que una línea aérea me prometa compañeros de viaje al estilo “Los Amantes Pasajeros”. Porque el viaje se me hizo largo, pesado, interminable y excesivamente incómodo. La vuelta fue muchísimo peor, admiro profundamente a la chica que se durmió en cuanto despegó el avión y despertó ocho horas después.
También he de decir que el grupo de amigos con el que viajaba no era el adecuado. No les conocía mucho, y me apunté porque era una oferta que fue difícil rechazar y… porque estos “amigos” me lo daban todo hecho. Bien, desembarqué en el aeropuerto JFK, y, la verdad no me impresionó nada del entorno. Eso sí, se respiraba otro aire, algo muy difícil de describir y que solo se experimenta cuando te trasladas de un continente a otro. Pero si algo me llamó poderosamente la atención, fue algo que había en el Taxi que nos llevó hasta el hotel situado – creo – en la calle 34. Había un cartel que decía algo más o menos como que: SI VES A ALGUIEN DIBUJANDO UN GRAFITI, LLAMANOS Y TE DAMOS 500 DOLARES… y después el teléfono de la policía. Así que había que abrir bien los ojos, no sea que haciendo de buen ciudadano me saliera el viaje gratis.
¿Qué es lo que más impacta del país al turista?

Nueva York – ciudad -, escuché decir alguna vez, no se puede mantener por sí sola, tienen que desembolsar dinerito el resto de los Estados para que siga manteniendo su estatus de capital del mundo, y eso se nota. Se notan los excesos. Y eso es lo que más impacta. Y no te queda otro remedio que sentirte como Paco Martínez Soria cuando llega por primera vez desde Zaragoza a Madrid con la gallina en la jaula. Miras hacia arriba, ves los rascacielos y te sientes pequeño. La ciudad está llena de los tópicos que hemos visto en las pelis… Y si alguien se piensa que se va a encontrar a un negrazo de dos metros sentado en la calle con un portátil imposible escuchando “rap”, pues í, hay uno en cada esquina. Lo que se ve en las pelis es todo cierto, es todo verdad. Cuando visité la ciudad – solo estuve cinco días -, me llevé unos pantalones de floripondios que, según me enteré después, era una prenda que no suelen usar los caucásicos. Y yo, tan contento con mis pantacas, dándome mis paseos por la Quinta Avenida… ¿Y cuando me enteré de que había un conflicto cultural entre mis pantacas de floripondios y yo?... pues cuando el tercer afroamericano me paró para preguntarme que donde me los había comprado. Incluso unas señoras de color – color negro –, se empeñaron en hacerse una foto conmigo. Las pobres se debieron pensar que era autóctono y quisieron inmortalizarme con un producto genuinamente americano, ya ves tú, con la pinta de turista de libro que tenía.

¿Qué nos puedes contar de su cultura y tradiciones?

La verdad es que la cultura americana es un referente, las cosas como son. Y en mi viaje yo perseguía cosas muy distintas que el resto del grupo con quien viajaba. En las fotos que adjunto al cuestionario puede notarse que yo perseguía el Nueva York de Edward Hooper, de Norman Rockwell y de Warhol. Estoy tan influenciado por el Jazz, por el cine negro de los años 40, por el Swing, por el Rock´n´roll de los cincuenta… que la Gran Manzana me decepcionó completamente.
Busqué durante el tiempo que estuve en la ciudad cualquier reflejo de todo esto y no encontré ni una miserable juke – box de monedas en ningún bar. Y algo que me llamó la atención fue que había muchísimas referencias a Los Soprano… Había hasta PinBall de la serie. Tengo que confesar que los mejores momentos que pasé en la ciudad fueron los paseos que daba yo solo por Times Square. Me ponía los cascos con Ella Fitzgerald mientras caminaba y esa era la única manera de contactar con el Nueva York que tenía idealizado.
 

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