El 11 se Septiembre del 2001, el
mundo se conmovió al ver las imágenes que la televisión nos ofrecía llegadas
desde los EE.UU.
Aquel día, que a nadie se le
borrará de la memoria, miembros de la red Yihadista Al Qaeda perpetraron una
serie de atentados en Estados Unidos, entre ellos la destrucción de las Torres
Gemelas, con los aviones de los vuelos: 11 de American Airlines y 175 de United
Airlines, que tras ser secuestrados impactaron sobre las torres creando un caos
no imaginado por ningún guionista de películas de catástrofes.
No voy a contar más sobre aquel día,
pues sobre el tema se ha escrito y seguramente se seguirá escribiendo,
simplemente, en un día como hoy, pasado ya el tiempo, me sigo preguntando: ¿Cómo
es posible que el ser humano pueda alcanzar un grado de odio tan intenso, como
para atentar contra miles de ciudadanos en actividades cotidianas del día? ¿Cómo
pueden existir mentes tan perturbadas, que destruyen la vida de la gente y de
las familias que seguirán llorando a sus seres queridos, por el afán del poder
y del control? ¿Los políticos y altos mandos de los países, no llegarán a
comprender nunca que todos estamos en este planeta de paso y que por lo que hay
que luchar es por la estabilidad, el bienestar y la paz entre todos?
Mientras el hombre no se dé
cuenta de que este planeta no es de nadie. Mientras el hombre no se percate de
que su existencia es tan valiosa como la del resto. Mientras el hombre no
descubra que en la paz está la armonía y no en la codicia y la ambición
desmedida. Mientras el hombre no se dé cuenta…
El planeta Tierra y la mayoría de sus habitantes, seguirán sufriendo la
ira, la codicia, el sufrimiento, las guerras, el hambre que hombres provocan a
otros, por el sueño de querer quedar por encima de los demás, cuando al final,
ellos pasarán por la historia como unos miserables, pues la historia no perdona
y terminarán en una caja de madera pudriéndose por los actos cometidos.
En un día como hoy, siempre sueño
con que ese hombre codicioso, ese desecho de la vida, ese perturbado, ese mal
nacido que busca el poder, la ambición, la desigualdad, el dolor de un
semejante, desaparezca de la faz de la tierra. Todos ellos, un día sufran la
verdadera justicia del Cosmos, o Divina, como cada uno quiera llamarla.
Mi recuerdo para todos aquellos
que perdieron la vida en ese día, cuando ante ellos la vida aún tenia mucho que
ofrecerles.
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