Antes de contestar a las
preguntas, ha deseado, como escritor que es – sonrisa – hacer una pequeña
introducción:
En septiembre de 2010, con mi
amigo Sergio Airozo hice un viaje maravilloso a Croacia.
Volamos de Barcelona a Dubrovnik,
donde cogimos un coche y recorrimos la costa de Croacia hasta Zadar, allí
cambiamos de dirección hasta el interior del país. Pasamos por el estupendo
parque de Plitvice y nos dirigimos a Zagreb, donde, doce días después,
devolvimos el coche y regresamos a Barcelona
¿Cuál fue la primera impresión al
bajar del avión?
La primera impresión fue la de
que estaba realmente realizando un sueño muy especial, ya que era un viaje que
había propuesto hacer con mi ex pareja, que había muerto en marzo de aquel
mismo año. Jair Panciera era pianista y estábamos especialmente interesados en
conocer el “órgano del mar”, obra diseñada por el arquitecto Nikola Basic, en
la ciudad de Zadar. Mi sueño, algo infantil, era que el órgano tocase alguna
canción que me hiciera volver a escuchar los dedos de mi Jair tocando las
teclas de alguna dimensión diferente a la nuestra. El órgano, finalmente, no me
tocó nada que se pareciera a alguna canción de Jair, pero fue igual de
emocionante.
¿Qué es lo que más impacta del país
al turista?
La canción del mar de Zadar es
una experiencia única, y también el parque Plitvice, una de las maravillas
naturales del mundo. Otra experiencia impactante es caminar sobre la gran
muralla de la ciudad vieja de Dubrovinic, observar las señales de las miles de
bombas que cayeron sobre la ciudad
durante la guerra civil y presenciar una de las puestas de sol más
impresionantes del mundo desde sus terrazas.
¿Qué ciudades visitaste y cuál es
la que más te gustó?
Entre tantas ciudades cabe
destacar las ya citadas: Zadar, Dubrovnik y Zagreb, pero también Split y las
Islas de Hvar y Brac.
Es difícil decir una que más me
haya gustado, pero por la simbología y experiencia sensorial, quizás la que más
me tocó fue efectivamente Zadar. Pero
todas las otras son preciosas.
¿Qué nos puedes contar de su cultura
y tradiciones?
Por ser un país de influencia
marcadamente italiana, se nota en sus canciones dicha influencia, con
instrumentos como gaitas, bandonión y mandolinas.
Tuvimos la suerte de presenciar
un casamiento en una de las plazas de Plitvice, con los novios bailando con los
invitados a camino de la iglesia, siendo seguidos por los músicos en una
celebración anterior a la boda religiosa.
¿Cuál es el comportamiento de los
autóctonos hacia el turista?
El pueblo croata es muy
hospitalario y hacen todo lo posible para ayudar a quien pide información. Muchos
no hablan otro idioma que no sea el croata, pero intentan comunicarse y buscar
la ayuda de otros que comprendan nuestro idioma o el inglés, para no dejarnos
sin una respuesta. En general me parecieron encantadores, quizás algo melancólicos
por el sufrimiento de haber pasado por una de las más crueles guerras civiles,
de la que se tiene noticia.
Háblanos de su gastronomía.
La gastronomía es de fuerte
influencia italiana, con pastas y pizzas estupendas. Pero también se come mucho
marisco y pescados frescos. Los quesos son sabrosísimos y no hay que dejar de
probar el tomate croata, realmente uno de los más jugosos y exquisitos que he
probado en mi vida.
¿Aconsejarías el viaje a tus
amistades? ¿Por qué?
¡Seguramente! Por las playas, los
paisajes, la comida, el contacto con la naturaleza en Plitvice, el mar Adriático
y su miríada de colores. Los sonidos semejantes al canto de las ballenas del órgano
del mar, la cerveza disfrutada en la plaza central de Split o por la puesta de sol
en Dubrovnik. Toda Croacia es un apelo a una visita.