viernes, 19 de enero de 2024

SLOW: CRÍTICA DE CINE

La coproducción entre Lituania, Suecia y España, SLOW, está escrita y dirigida por Marija Kawtaradze. “¿Qué significa ser un hombre?”

Elena (Greta Grineviciute) trabaja de profesora en una escuela de danza contemporánea. Dovydas (Kestutis Cicenas) es intérprete de lengua de signos, al que contrata Elena para sus clases dirigidas a jóvenes sordos, quienes tienen previsto acudir a un campamento en el que demostrarán sus cualidades. Ambos parecen conectar desde el principio, pues aunque Elena tiene fama de que las relaciones largas no son lo suyo, con Dovydas todo resulta más fácil y diferente; no es un joven como los demás, en él se encierra toda una historia por descubrir.

La guionista y directora, Marija Kawtaradze, realizó sus estudios de cine en la Academia Lituana de Música y Teatro entre los años 2010/14. En esos años dirigió 5 cortometrajes: “Paskutinis zmogus, su kuriuo as kalbejau” 2010, “Youngblood” y “Normal People Don´t Explode Themselves” 2013, “Man Dvim Keli” y “Parketo skutejai” ambos en 2014 e “Igloo” 2015. Su primer largometraje llegó con “Summer Survivors” 2018 y ahora nos ofrece “Slow” 2023.

¿Qué significa ser un hombre?, cuestión con la que Dovydas no solo  interroga a Elena en un momento determinado, sino que lanza al público asistente a la sala; llevándonos con este dilema, en parte, hacia la frase  que reza en el cartel de la película “Una historia de amor sin sexo” y es que sin duda, hoy en día, nos resultaría extraña una relación de pareja entre dos personas, sean del sexo que sean, en donde la sexualidad no formase parte de ese concepto universal y tantas veces mitificado que es el amor. Todo comenzará a aclararse cuando Dovydas, informa a Elena y por ende al espectador, que es abiertamente asexual. A partir de este punto de inflexión, el espectador curioso se acomoda y entrega todos los sentidos a lo que está por venir en la gran pantalla.

Una historia tan sutil, como el batir de las alas de una mariposa, expresión que ya me habréis leído en otra ocasión pues la utilicé para un filme tan frágil y fuerte, como el que nos concierne ahora. Una narración delicada en su escritura en medio de diálogos que nos llevan a la reflexión y con nervio, en la dirección. La joven directora lituana, Marija Kawtaradze, disocia con suma elegancia y un romanticismo exento de cursilería, el amor desde un enfoque nunca visto en la gran pantalla, al menos por quien os está escribiendo. Analiza una de las múltiples facetas del querer, una de tantas desconocidas por el ser humano y que bien sea por educación, convencionalismos o creencias religiosas, solo se despiertan en las mentes de los más inquietos o en quienes están abiertos a experimentar nuevas sensaciones, emociones y percepciones. Si el ser humano nace libre, el amor que galantea con él, con mayor motivo.

Cuatro son las grandes columnas que sustentan este filme: Las dos primeras recaen sobre los hombros, las manos y la mente de Marija, firmando un correctísimo guion, en el que nada sobra ni falta y una dirección tan equilibrada que estremece, en medio de los perfectos ángulos, la etérea  iluminación y la disposición de la cámara que en ocasiones parece que vaya a traspasar la fina línea de la intimidad de sus personajes entre travellings, cámara en mano, planos cortos o primeros planos; pero siempre acertando a dejar el aire suficiente, para que eso no suceda. Kawtaradze se apoya en la fotografía de Laurynas Bareisa, quien recrea postales granuladas, que nos recuerdan otros tiempos y otra manera de hacer cine, dando importancia a los momentos de silencio mientras capta y nos regala instantáneas que pasan por las más tiernas miradas, las más sosegadas sonrisas, las caricias más vaporosas hasta alcanzar a leer los pensamientos más personales. La tranquilidad es la constante que junto a la naturalidad, rubrican toda la obra. Con su segundo largometraje, Marija, estampa su firma en el libro de oro de las grandes directoras.

Los otros dos pilares los forman las sensacionales interpretaciones de Greta Grineviciute y Kestutis Cicenas, encarnando a esta joven pareja tan dispar y cuyos polos se atraen de forma excepcional, para hablarnos de las relaciones de pareja, de los conflictos familiares, la libertad de elección, el apoyo de los padres y los traumas; de los miedos y la soledad, la diversidad y la inclusión, de lo espiritual frente a lo carnal e incluso haciendo crítica sobre las normas establecidas. Alma y cuerpo, siempre presentes y fusionándose con sus trabajos, que parecen condicionar sus personalidades. La fuerza, la pasión, la vitalidad que desprende Elena a través de la danza en contraste con la quietud, la sutileza, la presencia y la paz que  Dovydas, transmite, con la interpretación del lenguaje. Ambos nos atrapan en sus mundos de formas muy diferentes pero ante todo, exhalando armonía.

Mi nota es: 8,5

ESTRENO EN ESPAÑA: 19 de enero.

REPARTO: Greta Grineviciute, Kestutis Cicenas, Pijus Ganusauskas, Laima Akstinaite, Vaiva Zymantaite, Tove Skeidsvoll, Dominykas Vaitiekunas, Mantas Barvicius, Rimante Valiukaite, Ugne Siauciunaite, Mantas Stabacinskas, Dovile Silkaityte, Egle Poskeviciute, Gediminas Rimeika, , Nijole ,Meskyte Misiuniene, Matas Dirgincius, Pau Colera, Isabel Naveira, Vidas Bizunevicius, Erika Jocyte, Matthew Woodcock, Olga Kuzmina Davliasevic, Agniete Lisicknaite, Martynas Styra y Dainius Armanavicius.

PRODUCTORA: M-Films// Frida Films// Garagefilm International// Film Stockholm.

DISTRUBUIDORA EN ESPAÑA: Surtsey Films.

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