domingo, 11 de diciembre de 2011
TAN SOLO UN DESEO
Amanece con los cristales empañados, los limpio con la mano y veo el día pasar a través de ellos. Está nevando sobre la ciudad, los niños juegan con ese algodón frío y se lo arrojan entre sonrisas, carcajadas y carreras para no ser atrapados. Los mayores miran al cielo, tal vez soñando con esa frase: “año de nieve, año de bienes” y se dejan acariciar por los copos, buscando la regeneración, la claridad de entendimiento, los sueños perdidos, las ilusiones soñadas, los momentos añorados y deseosos de un futuro lleno de libertad, justicia, comprensión, igualdad. Donde los maltratos a niños, mujeres y animales se vuelvan un mal recuerdo, donde la naturaleza cobre su esplendor y no grite por la dejadez, donde el amor reine y la amistad se fomente.
Atardece con los cristales empañados, los limpio con la mano y veo la tarde pasar a través de ellos, y pienso si al volver al hogar los más desamparados tendrán un techo bajo el que dormir y una comida caliente. Sí los políticos han trabajado ese día por el bienestar de todos, si las religiones han pensando que antes de crear tinieblas y miedos en nuestros corazones, han decidido por fin mostrarnos la luz, esa luz pura y verdadera que tantos hombres de bien han fomentado durante siglos por la tierra.
Anochece con los cristales empañados, los limpio con la mano y veo las luces, las luces que alumbran la ciudad, no son como el resto del año; sus miles de colores y formas nos hacen sonreír, y pido a la vida, pido al destino, pido al gran Dios, que nos devuelva la esperanza y que al refugiarnos en el interior de nuestras camas, buscando el descanso merecido, soñemos con un nuevo amanecer, donde los cristales no se empañen, donde la luz penetre y nos inunde, donde los sueños sí se cumplan, donde las sonrisas nos iluminen y con esa luz que cada uno desprenda, la energía fluya y los buenos momentos se asienten por fin en tierra firme y den sus frutos soñados.
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