La coproducción entre
Estados unidos y Reino Unido, 1917,
está dirigida por Sam Mendes,
compartiendo guion con Krysty Wilson-Cairns.
“Esperaba que hoy fuera un buen día, la esperanza es algo peligroso”
“Esperaba que hoy fuera un buen día, la esperanza es algo peligroso”
Durante la I Guerra
Mundial, dos jóvenes cabos británicos, Schofield (George Mackay) y Blake (Dean-Charles
Chapman) tienen la misión de llevar al otro lado de las líneas enemigas,
un mensaje de gran importancia, con la orden de no atacar, al
tratarse de una trampa tendida por los alemanes. Si no llegaran a tiempo,
morirían 1600 soldados, entre los que se encuentra el hermano de Blake, que
ostenta el rango de teniente (Richard
Madden)
Mendes ha comentado, que
parte de esta historia, cuyo guion ha compartido con Krysty Wilson-Cairns, se basa
en las anécdotas que le contó en su día su abuelo paterno, Alfred Mendes. Un
filme rodado entre Escocia e Inglaterra en planos secuencias extremadamente
largos, para provocar la sensación de estar filmada en un único plano secuencia, con el objetivo de crear la sensación de tiempo real, en esas horas en que transcurre la acción. Un meticuloso trabajo que ha corrido a cargo del montador Lee Smith en comunión perfecta con el propio director y el director de fotografía. Virtuosismo absoluto, para adentrarnos en este envolvente viaje.
El director de cine y
teatro inglés, Sam Mendes, estudió
en la Universidad de Cambridge. Tras graduarse en 1987, se unió al Chichester
Festival Theatre; posteriormente formó parte de La Royal Shakespeare Company en
donde se convirtió en un reconocido director teatral entre Londres y Broadway,
sobre todo, tras sus trabajos en el Donmar Warehouse Theatre. Para la televisión dirigió obras como
“Cabaret” 1993 y “Company” 1996 y de la mano de Steven Spielberg, debutó en el
cine con “American Beauty” 1999, entrando por la puerta grande, pues el filme
obtuvo numerosos premios como los 5 Oscar
y los 3 Globos de Oro (entre ellos mejor película y director). A esta película
le siguieron: “Camino a la perdición” 2002, “Jarhead, el infierno espera” 2005,
“Revolutionary Road” 2008, “Un lugar donde quedarse” 2009, “Skyfall” 2012,
“Spectre” 2015 y en este comienzo de año llega con “1917”. Atrás quedan
cortometrajes como “Louis Vuitton: Atrape-Rêves” 2018 o importantes
producciones.
La Gran Guerra, como
se le bautizó a la I Guerra Mundial, ha dejado obras muy importantes en el
séptimo arte desde perspectivas muy diferentes, entre ellas, la obra maestra de
Stanley Kubrick “Senderos de gloria” 1957, la multipremiada, con sus 7 Oscar y
sus 6 Globos de Oro, entre otros,
“Lawrence de Arabia” 1962 de David Lean
o “Gallipoli” 1981 de Peter Weir. Tres ejemplos a los que se une Sam
Mendes, ofreciéndonos una nueva incursión en dicha guerra, que aun desarrollándose en
pleno campo de batalla, la historia a narrar es muy diferente. Las vicisitudes vividas por dos jóvenes, rindiendo tributo a
los mensajeros y al propio abuelo del director, quien fue mensajero en la Gran Guerra, debido a su baja estatura. A esos soldados que exponían sus vidas, cruzando las líneas
enemigas, para llevar importantes mensajes, la gran mayoría de las veces, para salvar vidas o ganar una batalla, de
unos puestos de combate a otros. Todo en 1917 está perfectamente
estudiado para que el espectador no solo disfrute, sino que viva y padezca, con los protagonistas.
Mendes nos adentra en
un espectáculo visual sin precedentes, sobrecogedor y angustioso, dotando a su obra de un ritmo
vertiginoso y no, no es solo por el extraordinario montaje. Toda la película parece estar rodada en un
único plano secuencia, desde el comienzo, cuando los dos jóvenes que están
descansando bajo un árbol se levantan, internándose entre el laberinto de trincheras, en lo que parece un largo travelling, hasta seguir a los dos
jóvenes soldados, en el deseo de cumplir la misión que se les encomienda. Una
misión a contrarreloj, a través de una carrera entre las trincheras enemigas ya
abandonadas, descubriendo lo bien equipados que estaban los alemanes. El
cementerio de cañones y los casquillos de las balas de los mismos, que los
enemigos han dejado en su huida. Las trampas, los muertos hacinados ofreciendo
el horror y el abandono, que provoca una contienda, las batallas entre los
aviones de ambos bandos e incluso el comentario irónico de uno de los soldados al ver una
enorme rata: “hasta las ratas son más grandes que las nuestras” y tantos
instantes, que logra sobradamente su objetivo; hacernos sentir dentro de la guerra,
aunque no nos manchemos de barro, no pasemos frío y no salgamos heridos, como ellos. Un
filme bélico que marca historia y que sin ser una película de terror, lo
sientes, lo palpas, te provoca encogerte y revolverte en la butaca por lo
sobrecogedoramente natural y angustioso, que resulta todo el metraje.
Tras hablar del
director, hay que hacerlo por mérito propio, de su actor principal, sin el cual
la película, por mucho espectáculo visual, del que hablaré seguidamente, no
sería posible. Él es el alma de todo el film, con el que sufrimos, nos sentimos
cegados por el polvo, nos arrastramos entre los muertos, saltaremos a ríos bravos,
esquivando las balas enemigas o yendo a contracorriente del resto de sus
compañeros, con un único propósito. Hablo del cabo Schofield, quien encarna
con maestría y absoluta credibilidad, George MacKay, al igual que su partner Dean-Charles Chapman, como el cabo Blake. Dos jóvenes y casi desconocidos actores, con quienes viajaremos a los infiernos.
Una joya
cinematográfica que ha contado con otros dos importantes elementos que suelo
mencionar en todas mis críticas. Por un lado la impactante y elegante fotografía. Un deslumbrante trabajo fotográfico entre magníficos encuadres y una brillante iluminación, pasando del día a la noche o de los espacios abiertos a los interiores, con
absoluta delicadeza y veracidad, en la mirada de Roger
Deakins. Y qué decir de la banda sonora: lírica, asfixiante, vibrante y
épica. Una joya inseparable de su protagonista, pues va pegada a él, percibiendo su dolor, sus temores, sus pensamientos y sus deseos de llegar a esa meta. Soberbia
y estremecedora partitura de Thomas Newman.
Un filme que no va a
dejar indiferente a nadie, contando también, con una puesta en escena, extraordinaria. Los correctos decorados de Dennis Gassener y un cuidadísimo equilibrio entre las imágenes reales y las digitales, durante toda la narración; más teniendo en cuenta la
complejidad visual que ofrece. Un impactante drama bélico, que sin duda,
es la mejor obra, hasta la fecha, de su director, Sam Mendes y la sufrida
interpretación de George Mackay, que seguramente no olvidará y nosotros
tampoco.
“Solo hay una forma de que esta guerra termine, con el último hombre que
quede en pie”
ESTRENO en ESPAÑA: 10 de Enero.
REPARTO: George MacKay, Fean-Charles Chapman, Richard
Madden, Benedict Cumberbatch, Mark Strong, Colin Firth, Andrew Scott, Teresa
Mahoney, Daniel Mays, Adrian Scarborough, Jamie Parker, Nabhaan Rizwan, Justin
Edwarts, Gerran Howell, Richard McCabe, Robert Maaser, John Hollingworth, Anson
Boon, Jonny Lavelle, Michael Jibson y Chris Walley.
PRODUCTORA: Amblin Partners// Neal Street Productions// DreamWorks SKG// New republic Pictures.
DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: One Films Spain.
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