SURIA
COMUNICACIÓN nos informa que Cineteca Madrid estrena Bruce Weber: el
eterno movimiento, la retrospectiva más amplia del icónico fotógrafo y
cineasta norteamericano.
Dentro del ciclo
más ambicioso de su obra presentado hasta ahora en nuestro país, destaca
la proyección del último film que ha rodado, inédito en España, El
tesoro de su juventud. La película brinda tributo al
foto-periodista Paolo Di Paolo, el fotógrafo más leal y el mayor
confidente de la élite cultural en los albores de la dolce vita. La comisaria
de su obra, Silvia di Paolo, presentará el film el 2 de diciembre en la Sala
Azcona.
El fotógrafo y
cineasta Bruce Weber alcanzó la fama internacional a principios de
los años ochenta gracias al éxito de imágenes que combinaban un estilo
clásico con un trasfondo visceral de deseo y sexualidad. Su habilidad para
construir una sensación de romanticismo y dramatismo le convirtió en creador
de la imagen pública de marcas de moda como Ralph Lauren, Calvin Klein, Versace
o Abercrombie & Fitch, además de consagrarle como director de
documentales. Cineteca Madrid ofrece del 1 al 8 de diciembre la más
amplia retrospectiva de sus películas realizada en nuestro
país, con motivo del estreno de su última película, El tesoro de
su juventud (2021).
En
más reciente trabajo, Weber, rinde tributo al foto-periodista
autodidacta Paolo Di Paolo, cuya breve pero intensa carrera profesional en Roma
abarcó un período de catorce años durante los cuales trabajó para publicaciones
culturales como Il Mondo y Tempo illustrato, convirtiéndose en el fotógrafo más
leal y el mayor confidente de la élite cultural en los albores de la dolce
vita.
Durante aquellos años
Di Paolo fotografió a Sophia Loren, Marcello Mastroianni, Monica Vitti, Luchino
Visconti o Anna Magnani, y también a Elizabeth Taylor, Grace Kelly o Tennessee
Williams, así como a Pier Paolo Pasolini- de quien se celebra este año el
centenario de su nacimiento y con quien colaboró estrechamente.
La carrera de Paolo Di
Paolo se interrumpió con el cierre de Il Mondo y el auge del periodismo de
paparazzi y su decisión de abandonar la vida fotográfica fue definitiva: se
retiró al campo y nunca más habló con nadie de aquella etapa de su
juventud. Su extraordinaria obra fotográfica se mantuvo oculta en una caja
en el desván de su casa durante más de 50 años, hasta que su hija Silvia la
descubrió de manera accidental hace 20 años.
Cuando Bruce Weber se
tropieza, también de manera fortuita, con una fotografía de Pasolini en una
pequeña galería de Roma, queda tan impresionado por su belleza que emprende la
búsqueda del misterioso fotógrafo que la tomó, poniendo en marcha la fascinante
historia que da origen a esta película. El 2 de diciembre, Silvia di
Paolo, archivista y comisaria de su obra, presentará
la película en la Sala Azcona.
El tesoro de su
juventud son casi dos horas de puro éxtasis visual, en el que las imágenes
de Di Paolo invitan a viajar a un pasado nostálgico, lleno de belleza y
cinefilia. Hoy en día, a sus 96 años, el legado fotográfico de Paolo Di Paolo
es para Italia y para el mundo, tan importante como el de Cartier-Bresson en
Francia o el de Cecil Beaton en Inglaterra. (Festival PlayDoc)
Además de su
película más reciente, la retrospectiva hace un recorrido por
su filmografía con la proyección de varios títulos clave: Broken
Noses (1987), su primer largometraje documental, un análisis de Andy Minsker,
antiguo campeón de boxeo que gestiona en Oregón un club dirigido a jóvenes
dotados de talento y potencial -que compitió en la Sección Oficial
del Festival de Sundance-; la película de más fama de Weber, Let’s
Get Lost (1988), en la que se indaga en la vida del trompetista
y cantante de jazz Chet Baker y que fue nominada al
Premio Oscar y obtuvo el Premio de la Crítica en el Festival de
Venecia, cuyo 35 aniversario se celebra este año con una versión restaurada en
4K, que recorrerá de nuevo esos selectos circuitos; su film
posterior, Nice Girls Don’t Stay for Breakfast, en la que se hace lo
propio con la del actor y cantante ocasional Robert Mitchum y que tuvo su
première en el Festival de Venecia; Chop Suey (2000), un viaje
fotográfico para documentar la transición de un sujeto llamado Peter
Johnson de la niñez a la madurez con una realización similar a un diario
cinematográfico -que obtuvo una Mención Especial del Jurado
del Premio Teddy Bear en la Berlinale- y A letter to
True (2003), una mirada impresionante al afecto, la lealtad y el amor
incondicional que demuestran los perros, a los que el cineasta considera una
metáfora de la paz y la esperanza en el mundo, que participó en
la Sección Panorama de la Berlinale.
"En tan solo un
puñado de largometrajes documentales, Weber no únicamente ha convertido su obra
cinemática en una extensión de sus intereses temáticos y estéticos como
fotógrafo —es imposible confundir sus filmes con los de nadie más, incluso si
uno solo conoce su obra fotográfica—, sino que, al mismo tiempo, ha ampliado en
gran medida el ámbito de sus empresas artísticas.
Las películas, que, en
comparación con las fotografías, conllevan las ventajas añadidas del tiempo, el
movimiento y el sonido, le han permitido a Weber investigar con mucha más
exhaustividad unos temas que ya estaban presentes en su obra gráfica, como es el
caso de la masculinidad estadounidense. Sin duda, podría argumentarse que los
filmes factuales constituyen la expresión más íntima y completa de la visión
del mundo que tiene él como artista. En ellos existe mucha belleza, pero se
trata de una belleza exaltada porque, en tanto que documentalista, Weber
dispone también de margen para estudiar el dolor, la congoja y las
complejidades de las bellezas que expone.
La perspectiva
caleidoscópica que es tan típica de la obra factual de Weber llega incluso más
allá del mero empleo de material grabado en épocas diferentes. En toda su
filmografía ensarta tomas y sonidos cargados de melancolía que por sí solos no
quieren decir mucho pero que, en el contexto de la obra, evocan sensaciones y
lugares de distintos tipos. Sus documentales no son biografías que contengan
hechos a secas, sino, más bien, audaces evocaciones jazzísticas de personas que
intentan transmitir lo que sentían y lo que les hicieron sentir a otras; obras
que versan sobre la inesperada trayectoria vital de esta gente y sobre lo
pluridimensional e incluso contradictorio de su persona. Y, como da a entender
Weber, no solo a través de sus altibajos, sino también a causa de ellos, había
belleza en la vida de todos."
(Retratos caleidoscópicos por Boyd van Hoeij. Festival PlayDoc)