Papá es
Peter Pan y lo tengo que matar” Cuando ley el título de esta obra de
teatro, me asaltaron varias dudas, que por supuesto quedan despejadas tras ver
la función.
Sobre el
síndrome de Peter Pan no voy a decir nada que no se sepa. Yo siempre he buscado
la parte positiva, en la que el adulto crece, pero nunca deja de alimentar al
niño interno que llevamos dentro, compartiéndolo en ocasiones con los demás y
de esta manera hacer la vida más llevadera. Pero no, la obra profundiza en el
verdadero síndrome, en el de la inmadurez de ciertos aspectos psicológicos y
sociales. Donde el cinismo, el orgullo, la crueldad, la arrogancia, la negación
del envejecimiento e incluso de las responsabilidades, juegan con la
manipulación y la creencia de que lo que está haciendo es lo correcto, mientras piensa que quienes le
rodean, le han abandonado o no saben apreciar verdaderamente el potencial que
esconde, de quien él cree ser, cuando en realidad dista mucho de la realidad.
César,
personaje que interpreta magistralmente
Eloy Arenas, nos ofrece la visión de un ególatra convencido y orgulloso.
César es el filósofo urbano que ha creado una antiética para justificar sus
infidelidades, su dejadez familiar e incluso su afición a las prostitutas, y lo
intenta justificar. Quiere mostrarse
como la víctima ante los espectadores.
Cesar se
despierta una mañana y ve que han desvalijado su casa. Se mueve por el
escenario incrédulo, aunque pronto descubriremos que la noche anterior se ha
corrido una juerga con una prostituta, señorita de compañía que le llama por el
móvil para decirle que ha sido ella y unos amigos, quienes han llevado a cabo
tal fechoría…
En un
escenario prácticamente desnudo, con fondo negro, con cuatro cajas vacías
colocadas por el suelo, con una chaqueta en un lado, un pantalón en otro, una
camisa perdida entre una de las cajas, un cuadro de un Arlequín del cual de una
esquina pende un tanga rojo de mujer, y con un gran jarrón rojo que le servirá para
sentarse en algunos momentos, Eloy Arenas se presenta en bata para ofrecernos
un monólogo cargado de drama, ironía y toques de comedia que nos llevarán desde
la sonrisa a la carcajada, pero que ante todo nos mantiene pendientes de esos
momentos reflexivos. Momentos en los que intenta debatir con el cuadro del
arlequín, el cual odia porque lo pintó su suegro y considera horrible, o se
imagina conversando con su mujer, incluso hace referencia a su hija, a la cual
sin despreciar, habla insistentemente de su obesidad, pasando por las referencias a la importancia que le da a todo lo material.
Un monólogo
duro, cruel en ocasiones, cínico y realista hacia el comportamiento que muchos
tienen ante la sociedad. Una obra creada por Ramón Paso, quien también la
dirige con soltura.
Tal vez si una
crítica negativa merece esta obra, es que se queda con algunos viejos clichés muy típicos, pudiendo
haber abordado otros temas más actuales, pero la obra sin duda es muy recomendable.
La obra se
representa en la SALA PRINCIPAL DEL TEATRO LARA.
EN HORARIO DE
20:00 HORAS TODOS LOS LUNES.
LAS ENTRADAS
SE PUEDEN ADQUIRIR EN EL PROPIO TEATRO Y EN WWW.TEATROLARA.COM
Es del estilo de las plantas¿gracias
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