miércoles, 20 de agosto de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (BUSCANDO NUEVAS SOLUCIONES)

Deseaba dejar de fumar pero no quería volver a pasar por lo que sucedió en la primera ocasión. Siempre me había dicho a mí mismo que no habría tres intentos, como se duele decir. No, la segunda sería la definitiva, y ahora comenzaba a estar de nuevo preparado para la acción.

Primero.- Había conseguido ser consciente de que el tabaco estaba dañando mi organismo y me estaba auto convenciendo de la necesidad de dejarlo. A cada cigarro que prendía lo miraba y decía frases como: “Muy pronto pasarás a la historia” “Cuando decida dar la última calada, no habrá marcha atrás”  Intentaba con cada inhalación percibir su verdadero sabor. Comencé a sentir por primera vez que el cigarrillo quemaba mis labios e incluso como irritaba mi garganta. En definitiva, como decía al principio de este punto. Estaba siendo CONSCIENTE de lo que el cigarro me provocaba.

Segundo.- Observaba las cosas que me rodeaban y entonces me di cuenta por primera vez, que algunas manchas y marcas amarillentas en la ropa blanca, eran producto de la nicotina, al igual que el color de las paredes de la habitación habían mutado a un tono ambarino. Me percaté más  que nunca que al limpiar los muebles, el paño se ensuciaba de ese color amarillo nicotina. En definitiva OBSERVABA por primera vez, lo que el tabaco no me dejaba ver.

Tercero.-  Deseaba  con todas mis fuerzas encontrar el momento, la solución, pero de nuevo los miedos me invadieron. Creo que os he dicho que soy persona nerviosa y que en muchas ocasiones un cigarrillo me calmaba en una determinada situación. En ese tiempo en que DESEABA dejar de fumar, no pasaba precisamente por mí mejor situación y temía caer.

Pero tenía tres de las palabras claves para enfrentarme al vil veneno, era: CONSCIENTE, OBSERVABA Y DESEABA. Sí, estaba siendo consciente del mal que el cigarrillo me causaba y ya no me engañaba ni dejaría  que lo volviera hacer. Observaba a mí alrededor sopesando en una balanza las zonas donde fumaba y aquellas en la que no había síntomas de nicotina y deseaba, sí, deseaba más que nunca terminar con el tabaco.

Como muchos amigos me decían: “No podemos entender como siendo tan inteligente para tantas cosas, eres tan borrico con el tabaco”  Desde luego, no es que me considere inteligente, ni mucho menos, pero por supuesto que no cabía la menor duda,  de que era un auténtico borrico con aquel vicio.

Y entonces busqué una solución. No deseaba volver a tomar pastillas como la primera vez. No quería ni parches, ni chicles ni nada que tuviera nicotina. Con todos mis respetos para las farmacéuticas, si la nicotina es mala, por mucho que digan que esos productos están controlados y creados para que el ex fumador no padezca el síndrome de abstinencia, uno continua metiéndose de una manera u otra, nicotina al cuerpo. Y entonces, sucedió,  un día visitando a un amigo en el comercio que trabajaba vi la solución. Mi amigo mantenía entre sus manos un cigarrillo electrónico. Le pregunté sobre él y me dirigí a un comercio especializado, allí recibí toda la información y no lo dudé, me compré mi cigarrillo electrónico.

Como este post se puede hacer muy largo y os quiero hablar de este producto sin reservas, lo dejaremos para la próxima semana.

 

 

 

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