jueves, 22 de marzo de 2018

LA CASA JUNTO AL MAR: CRÍTICA DE CINE

           La casa junto al mar es la nueva película del director francés, Robert Guédiguian quien comparte guion junto a Serge Valletti.

          Tres hermanos: Angèle (Ariane Ascaride) es actriz en París. Joseph (Jean-Pierre Darroussing) presentará a sus hermanos a su nueva novia, mucho más joven que él, Bérangère (Anaïs Demoustier) y Armand (Gérard Meylan) regenta el restaurante, que poseen debajo de la casa familiar, en la que vive junto al padre. Una propiedad que se encuentra en una pequeña cala cerca de Marsella. La decisión de reunirse surge por la delicada salud del padre.

          Durante los días que pasan juntos, revivirán los instantes de su juventud, lo que les unía y cuanto compartieron. Descubren que no necesitaban de casi nada para ser felices, habitando en una zona marítima que ha perdido la alegría de tiempos mejores, pues ahora está prácticamente abandonada. Nada parece ya estimularles hasta que una patera de árabes llega a una cala cercana, encontrándose con tres niños: dos chicos y una chica. Clara representación alegórica de ellos tres.

          Una obra de sentimientos, de emociones a flor de piel que rodean a cada uno de los personajes,  con sus vivencias, sus instantes de soledad y aquellos en los que participaron. Vidas monótonas que se filtran en cada conversación, en cada gesto, en cada situación de los días que pasarán en la cala y en la convivencia con los pocos lugareños que aún no se han ido, algunos de ellos cansados de seguir allí, pero sabedores de que es su último retiro. Errando entre atardeceres y amaneceres, entre barcos de pesca, de faena en alta mar, de relaciones furtivas y de olor a salitre, mientras se escucha ese sonido tan característico de las olas rompiendo en las rocas o llegando a la orilla; imágenes que son recogidas en la delicada fotografía de Pierre Milon.  ¿Qué sucede realmente en las mentes de nuestros personajes, que el director no quiere desvelar? Tal vez ese misterio tan bien guardado, es lo que mantiene, entre otras cosas, al espectador expectante ante lo que está viendo y escuchando.

          Robert nos muestra un rincón del mundo donde todo resulta rutinario. Un espacio abandonado en el cual nuestros protagonistas parecen estar atrapados entre los recuerdos, a medida que los días pasan. Por más que lo intenten, parece inútil buscar nuevas salidas a sus aburridas vidas. Ya ni siquiera pueden contar con el padre que les ha mantenido unidos, debido a  su invalidez y el no poder reconocer a sus hijos.

          La crisis, la vejez, el deseo de recobrar la juventud, las risas olvidadas, los sueños frustrados, la importancia de lo perdido, el amor que se desvanece… Un filme claramente diseñado para el lucimiento de los actores, desde los principales hasta llegar al último de los secundarios, que hábilmente maneja como si de marionetas se tratara, el talento de Guédiguian, bajo un guion en apariencia sencillo, pero cargado de matices; virtud que usa con sutileza para mantener al espectador hasta llegar a un brillante final que cierra con broche de oro toda la historia que nos ha ido narrando, entre la nostalgia, la tristeza y simbolismos cargados de esperanzas.

          Mi nota es: 7,5

          ESTRENO en ESPAÑA: 23 de Marzo

       
   REPARTO: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussing, Gérard Meylan, Jacques Boudet, Anaïs Demoustier, Robinson Stévenin, Yann Tregouët, Geneviéve Mnich, Fred Ulysse.

          PRODUCTORA: Agat Films/ France 3 Cinéma/ Canal+

          DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Golem Distribución.

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