CAPITULO VIII
Lo de buen enfermo no va de broma, creo que es muy importante facilitar las cosas a los doctores, enfermeras y personal. Siempre he pensado que si el paciente está concienciado con su dolencia y que la atención recibida es para su bien, la recuperación también es más rápida.
Hasta ayer me he limitado a contaros
que me ha sucedido, como han ido avanzando los acontecimientos y en la situación
que me he visto envuelto, sin desearlo. Como nadie desea el estar enfermo, pero somos humanos y es lo que nos toca, tarde o temprano.
Pero en todo este proceso, como es
natural, me he sentido perdido y desconcertado en más de una ocasión. He
percibido como mis fuerzas flaqueaban hasta el punto de no desear hacer nada y
como ha ocurrido, pasarme días enteros encerrado en casa, algo nada frecuente
en mí. He advertido como en mi mente, mi mundo se tambaleaba como un castillo
de naipes azotado por el viento, a punto de derrumbarse algunas veces. He
aguantado el llanto con cada noticia emitida por los especialistas y tras salir
de la consulta, en mi soledad, pues así estaba en esos instantes, introducirme
en un cuarto de baño y dejar que fluyeran las lágrimas cálidas y saladas. La
impotencia se ha intentado cebar conmigo, cuando creía no poder seguir con más
pruebas, pero he sacado el coraje una y otra vez, incluso bajo los síntomas de
la gripe. Me he preguntado mil veces el porqué, ¿Por qué dos operaciones? ¿No
es bastante sufrimiento pasar una vez por el quirófano, que tener que hacerlo
en dos ocasiones? Pero en fin, siempre lo he dicho y no será ahora cuando me
retracte de ello: Todo tiene un porque, nada sucede porque sí y hay que ser paciente,
pues el destino también se toma su tiempo.
¿Una nueva prueba en el camino de mi
vida, de mi destino, de mi existencia? Pues la aceptaré resignado. Rogaré a los
vientos me favorezcan, y que el sendero se
presente generoso e iluminado por mi gran y querido astro sol.
Una nueva prueba, como tantas que se
me han presentado a lo largo de los años desde que el planeta supo de mí presencia
y yo de la suya, y que también acepté. Ahora espero y anhelo que al final de ésta,
al llegar a la meta, sonría de felicidad, por haberlo logrado una vez más, y que
la recompensa con la que el destino me aguarda, me sorprenda gratamente.
Este escrito, al igual que el de
ayer, está programado y espero que el hospital tenga Wifi
disponible para los pacientes, y que tenga ganas de escribir para continuar con
mi relato, en días sucesivos.
Un fuerte abrazo para todos. Sed
todos felices.
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