Hoy, día de San
José, quiero dedicar estas palabras a todos los padres del mundo, pero no a los
padres que por haber fecundado con uno de sus gametos el de una mujer, han traído
una vida al mundo. No, ser padre requiere muchas más responsabilidades.
Un niño no es un
juguete, con el que todo el mundo se divierte.
Un niño no es la
descendencia, la continuidad del linaje, perpetuar el apellido en una nueva
generación. No, no es un objeto que nos hace inmortales por llevar nuestra
sangre.
Un padre debe de
ser siempre consciente, que desde el mismo momento en que la mujer queda
embarazada y ese vientre va creciendo ante los dos, su misión, su gran misión
es ofrecer al nuevo ser todo lo mejor para él. Y cuando hablo de todo lo mejor
no estoy refiriéndome a colmarle de caprichos. No.
Me refiero a su atención, que ese niño
crezca tranquilo, en un seno familiar unido.
Me refiero a quienes entregan su amor y
cariño, pues lo que el niño ve desde su más tierna infancia, será en parte,
lo que confiera su carácter
Me refiero a su educación, una de las
piedras angulares para el desarrollo del infante hacia la sociedad
Me refiero al respeto, que tanto valor
tiene y tan poco se le da. En esta sociedad se ha perdido y se sigue perdiendo
el respeto a los padres, a los profesores, a la gente mayor… en definitiva, se
ha perdido tanto el respeto, que en ocasiones hasta ellos mismo no se respetan.
Me refiero a caminar junto a ellos,
pues la misión de un padre no es traer un hijo al mundo y ya está, no, su misión
es caminar junto a ellos hasta que como sucede con otros animales, abandonen el
nido, la gruta y estén preparados para formar ellos una nueva familia.
Ser padre no es
una obligación, es un deseo. El deseo y el sueño de ver entre tus brazos un
nuevo ser vivo, lleno de energía y con el ansia de aprender y en ese
aprendizaje, debes de estar tú, Papá.
Para todos esos
padres que dan amor, atención, entrega, respeto, educación y que están junto a
sus hijos para que si caen en el camino, sepan que tienen una mano a la que
agarrarse y una sonrisa que le diga: Vamos hijo, adelante, SOY TU PADRE.
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