La coproducción entre Reino Unido, Irlanda y Estados Unidos, Almas en pena de Inisherin, está escrita y dirigida por Martin McDonagh.
Pádraic (Colin Farrell) vive con su hermana Siobhán (Kerry Condon) en una pequeña isla irlandesa. Cada día serpentea entre los caminos que le ofrece el lugar, saludando a los vecinos con los que se encuentra, mientras sus pasos le encaminan a la casa de su mejor amigo, Colm (Brendan Gleeson), para juntos, como es costumbre, tomarse una pinta en la taberna y conversar de sus cosas; pero esa tradición se rompe cuando un día Colm ignora la llamada de su amigo, por más que insiste, permaneciendo sentado en el interior de su casa. Pádraic decide ir solo hasta la taberna pensando porqué su amigo no le ha hecho caso y esa inquietud empeorará, cuando el tabernero, Jonjo Devine (Pat Shortt), le pregunta por su compañero inseparable, convirtiéndose en tema de debate. El tiempo transcurre y Pádraic espera que su amigo le dé una explicación. Un día Colm, delante de todos los presentes en el bar y ante la insistencia de su amigo, le dice que ya no le cae bien y… Aquí lo dejo, pues quienes leéis mis críticas me caéis muy bien y prefiero que seáis vosotros mismos los que descubráis que se esconde tras este enredo narrado sin prisas, pero sin pausa.
El guionista y director, Martin McDonagh, no tuvo una infancia fácil, teniendo que abandonar sus estudios y subsistir gracias a ayudas sociales y pequeños trabajos. A mediados de los años 90 empezó a crear las obras de teatro que le llevarían a la fama y en el 2005 debutaría en la dirección cinematográfica con el cortometraje “Six Shooter” con el que obtuvo el Oscar a mejor cortometraje. Su primer largometraje llegó con “Escondidos en Brujas” 2008 para continuar con “Siete psicópatas” 2012, “Tres anuncios a las afueras” 2017, hasta llegar a este año que nos presenta en la gran pantalla “Almas en pena de Inisherin” 2022.
Martin McDonag en su nueva película nos propone seguir la historia de estos dos personajes: Pádraic y Colm o Colm y Pádraic, no quiero yo que se enfaden conmigo, por nombrar a uno primero que al otro, que Dios me libre; magníficamente interpretados por dos animales escénicos como son Colin Farrell y Brendan Gleeson, respectivamente, dando vida a esta extraña pareja de amigos que irremediablemente, desemboca en una tragicomedia ocasionada por la terquedad y el orgullo, mientras la música les envuelve. Música original de Carter Burwell cuyas notas, coquetean con las genuinamente tradicionales.
Un filme en el que destaca su puesta en escena, rodeado y rodado en un enclave naturalista como es la isla de Achill en la costa occidental de Irlanda y en diversas localizaciones de Inishmore. La atmósfera marcada por una climatología adversa que cala incluso en el espectador, entre de sus nubes plomizas, el viento reinante, los atardeceres y amaneceres e incluso el discreto arcoíris; sin olvidarnos de las tradiciones y las costumbres tan arraigadas a la tierra. Un todo que confiere el recio temperamento de sus habitantes, incluso cuando se bromea, se baila o se toca algún instrumento tradicional, mientras se disfruta de una pinta de cerveza negra, tirada por el siempre atento tabernero.
Una narración no exenta de los miedos a la soledad y a la muerte. A esa soledad que altera la conciencia cuando se vuelve visible y a la muerte, cuando se teme que la existencia del ser y sus recuerdos, se perderán tras el último aliento, sin dejar huella en la sociedad. Una comunidad en la cual el progreso parece no tener prisa por implantarse y que la tranquilidad que se respira en el día a día, entre la monotonía de sus habitantes, en medio de sus idas y venidas y las diferencias de pensamiento, lógicas y humanas, se vean alteradas por otro conflicto, el de la guerra civil que el país padecía en aquel 1922, escuchando y viendo a lo lejos, las explosiones que las bombas ocasionaban, clamando, por la independencia. ¿Es acaso este filme un símbolo sobre dicha guerra? Quizás, aunque no olvidemos que en los pueblos, siempre han existido enfrentamientos y rencillas, con o sin razón, pero casi siempre con resultados desastrosos.
Una película que nos lleva a la reflexión en materias como la vida, la muerte, la amistad o el amor, desde las perspectivas de los personaje que McDonagh nos presenta, por breves que resulten sus intervenciones, ya que además de los dos personajes principales, cuenta con secundarios muy interesantes de ser escuchados: Siobhán, la hermana de Pádraic, una mujer culta e inquieta que disfruta de la buena lectura y las conversaciones con sus vecinas; Dominic, al que consideran el tonto del pueblo, pero existe una gran diferencia entre tonto y cándido; el cura, que desde su posición se atreve a lanzar más de un dardo, entre las preguntas y respuestas, de y a sus feligreses; o la anciana Mrs. McCormick, que se me antoja representa no solo al espíritu de una Banshee, que presagiaban una muerte cercana, sino a la propia madre tierra, a esa Irlanda observadora, sabia e imperecedera. Un filme con aroma a naturaleza que nos adentra una vez más en la idiosincrasia del pueblo irlandés y que salvando las distancias, me ha traído recuerdos de la genial “Un hombre tranquilo” 1952 del gran maestro John Ford. Para finalizar mencionar la fotografía de Ben Davis, que como en lienzos jugando con la iluminación y los contrastes, logra retratar con exquisita elegancia, los idílicos paisajes, los interiores de las casas y la taberna.
Mi nota es: 9
ESTRENO EN ESPAÑA: 3 de febrero.
REPARTO: Colin Farrell, Brendan Gleeson, Kerry Condon, Barry Keoghan, Pat Shortt, David Pearse, Gary Lydon y Jon Kenny.
PRODUCTORA: Blueprint Pictures// Film 4// Fox Searchlight// Metropolitan Films International.
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Fox Searchlight y Walt Disney Pictures.
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