La coproducción entre
Dinamarca, Islandia, Francia y Suecia, Godland,
está escrita y dirigida por Hlynur
Palmason. “Hay demasiadas palabras para la lluvia”
Nos encontramos a
finales del siglo XIX en Dinamarca. El obispo (Waage Sandø) está aleccionando a uno de sus sacerdotes, Lucas (Elliott Crosset Hove), quien es
destinado a una zona rural y remota de Islandia. Su misión es construir una
iglesia y fotografiar el lugar y a sus habitantes. Su superior le informa sobre
los problemas a los que se tendrá que enfrentar y que ante ninguna
circunstancia, abandone el proyecto. Lucas emprenderá un largo viaje hasta
llegar a su destino, pero las cosas no saldrán como él espera.
El guionista y
director, Hlynur Palmason, se graduó
en la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca en 2013. Se inició en el
cortometraje con “En dag eller to” 2012 continuando con “En maler” 2013 y
“Seven Boats” 2014 para debutar en el largometraje con “Winter Brothers” 2017
al que siguió “Un blanco, blanco día” 2019. Este año 2022 ha estrenado el cortometraje
“Nest” y el largometraje “Godland”.
Godland ha sido rodada
en formato cuadrado o también conocido por 1.33:1 académico o 4:3, cuyos bordes
se han redondeado. Nos recuerda a las estampas de otros tiempos, de finales del
siglo XIX e inspirándose, como nos comentan al comienzo, en siete fotografías
de placa húmeda que fueron tomadas por un sacerdote danés.
Palmason somete al
espectador a un duro ejercicio de paciencia e incluso de sometimiento a la
climatología reinante en esos parajes, prácticamente abandonados de la Islandia
más profunda en tiempos coloniales, en los cuales las disputas entre ambos
países, Dinamarca e Islandia, eran bastante evidentes. Desde el comienzo
podremos escuchar frases lapidarias como las pronunciadas por el guía del
grupo, Ragnar (Ingvar Eggert Sigurðsson)
llamando “diablo danés” al sacerdote, mientras le prepara un caballo y le
enseña como montar, de forma correcta.
En ese comienzo, en ese
largo y duro camino, que junto a los guías emprende el sacerdote, oiremos
cánticos tradicionales, seremos testigos de cómo guarecerse en las noches frías
en esos territorios desolados, del encuentro con comerciantes que venden pasto
para los caballos, el desollar a una oveja para poder alimentarse o el
relatarse historias de antaño al abrigo de las fogatas; pues el camino, el largo
camino da para todo, inclusive para los primeros enfrentamientos, mientras se
trasladan a pie o sobre los caballos. Un auténtico viacrucis para el sacerdote,
que llegará exhausto al destino tanto en cuerpo, como en pensamiento.
Mientras asistía a esa
primera parte del filme, a esa dura peregrinación, a mi mente llegaron los
recuerdos de otra película reciente, “Lunana: A Yak In The Classroom”
de Pawo Choyning Dorji. En aquella ocasión era un maestro quien debía llegar a
un pequeño pueblo para enseñar a los niños y en ésta, le toca a un sacerdote
con el cometido de levantar una iglesia; aun en sus diferencias, los objetivos
de ambas películas son claros, el presentarnos al ser humano en su estado más
natural frente al que viene de la civilización, debiendo adaptarse al nuevo
idioma, a los lugareños y a esos lugares vírgenes y perdidos, que han sido
abrazados por la naturaleza más abrupta. Una naturaleza que les habla con su
propio lenguaje, que les curte con la climatología que les rodea
y lo que encierra en sus entrañas.
Godland, se presenta al
espectador como un filme contemplativo, que se apoya en el impresionante
paisaje de Islandia, deslumbrándonos con sus ríos, lagos y glaciares y los más
de 200 volcanes que sufren erupciones, cada determinado tiempo, siendo testigos
del poder de uno de ellos, así como el percibir esa atmósfera adversa en la que
predominan la nieve, las lluvias y los fuertes vientos. Hlynur aprovecha y se
explaya en lo bucólico de estas estampas, al más puro estilo documental
fraccionado, en medio de la historia que desea contar, para convertirlo en
protagonista de excepción y con ello realizar, cómodamente, las transiciones
que el filme requiere.
La narración recibe un
corte radical sobre la mitad de la misma, justo en el momento en el que un
volcán entra en erupción y observamos como su lava incandescente, negra y
espesa, se va adueñando de un espacio determinado. Una explosión que vaticina
el cansancio acumulado, las diferencias en el idioma, los enfrentamientos
dialecticos principalmente con Ragnar, quien se niega a hablar en danés,
considerando a Lucas como un usurpador, más cuando el sacerdote en vez de
acercarse al pueblo, parece tratarles con desdén, considerando a los islandeses
como gente tosca. Un ejemplo de ese desprecio lo encontramos cuando la iglesia
está prácticamente terminada y se niega a celebrar una boda en su interior. Un
filme que respira arrogancia, luchas internas y rivalidades por la tierra que
pisan, abriéndose paso a través de la vida y la muerte que forman parte del
entorno y deambulando entre los habitantes, como fantasma en busca de almas
desorientadas.
Entre los acordes de
las acordeones que suenan en medio de las estampas rústicas y festivas, la
narración se alarga desplegando las costumbres de esos colonos con sus miedos y
cautelas como Carl, que prefiere que el sacerdote viva, mientras se levanta la
iglesia, en el establo preparado para él, que en su casa con sus dos hijas
casaderas, Ida y Anna, pues se le disparan todas las alarmas cuando Lucas, mira
a una de ellas, con mirada lasciva.
Un filme marcado por
los largos travellings y los planos generales, acercando la cámara en aquellos
instantes en los que el director desea escrutar en la intimidad de los
protagonistas y en detalles concretos. Cuenta con importantes interpretaciones
y disfruta de una excepcional y deslumbrante fotografía en la mirada de María von Hausswolff, acompañada por
una banda sonora naturalista y dramática en la partitura de Alex Zhang Hungtai, la cual se
funde sutilmente entre los escenarios y los sonidos de la vida. Un film no apto
para un público impaciente, pues la lentitud es la seña de identidad de este
director islandés.
Ganadora del PREMIO
ZABALTAGI-TABAKALERA en la 70ª Edición del Festival Internacional de Cine de
San Sebastián.
Mi nota es: 7,5
ESTRENO EN ESPAÑA: 27
de enero 2023
REPARTO: Elliott
Crosset Hove, Ingvar Eggert Sigurðsson, Vic Carmen Sonne, Jacob Lohmann, Ída
Mekkín Hlynsdóttir, Waage Sandø y Hilmar Guðjónsson.
PRODUCTORA: Snowglobe Films// Join Motion Pictures//
Maneki Films// Garagefilm Intertational//Film I Väst.
DISTRIBUIDORA EN
ESPAÑA: A Contracorriente Films.
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