La realidad supera a la
ficción siempre, y cada día estoy más que convencido. La noticia que os traigo
hoy sucedió en Israel y el protagonista es un alto ejecutivo de dicho país que
contaba con 48 años de edad, casado y padre de familia.
El buen hombre se
encontraba en uno de esos viajes de negocios en la ciudad balneario de Eilat, solo,
aburrido, exhausto tras la jornada de trabajo y con ganas de compañía, así que
ni corto ni perezoso, en aquella primera noche en la ciudad se le ocurre llamar
a una agencia de señoritas de compañía, la gran sorpresa se la llevó al abrir la puerta de la habitación
del hotel donde se hospedaba, encontrándose frente a él a su hija, “ligerita de
ropa” O sea, era la puta que enviaba la agencia, dicho de otro modo más directo
y menos delicado. La impresión fue tal que el shock le provocó un infarto al
corazón siendo trasladado inmediatamente al hospital. La noticia fue recogida
por el diario Maariv
Dicen que el mundo es un
pañuelo, pero esto ya colma el vaso. Con todas las agencias de prostitutas que
habrá en el país, con todas las chicas de compañía que tendrá cada agencia (ya
veis, también puedo ser fino llamando chica de compañía a una puta) se tiene
que presentar la hija. Destino juguetón, ¡cuánto nos haces vivir, sentir y
padecer!
Por otra parte, me gustaría
saber por qué razón ejercía la prostitución. Si era por dinero, la culpa la
tiene el padre por no atender debidamente las necesidades de la familia y más
siendo un alto ejecutivo, que me imagino que no gane cuatro shequel israelís,
aunque claro, si tenía ese caprichito el buen hombre, lo puedo comprender y debería
entender también a su hija, que no le exigía nada y se ganaba el pan con el
sudor de su cuerpo. No, no me he equivocado, ella no lo ganaba con el sudor de
su frente, sino de todo su cuerpo. Anda que no.
En fin, señores casados y
padres de familia. Amorosos en el hogar y unos pervertidos fuera de él, aquí la
moraleja de hoy: Si no quieres sorpresas inesperadas, mejor no tientes al
destino en determinadas cuestiones.