La ballena (The Whale), dirigida por Darren Aronofsky, está basada en la obra teatral de Samuel D. Hunter, que el propio autor adapta para la gran pantalla.
Charlie (Brendan Fraser), imparte clases particulares de escritura online a un grupo de alumnos, a quienes nunca muestra su imagen. Está separado de Mary (Samantha Morton) y tiene una hija adolescente y rebelde, Ellie (Sadie Sink), a la que no ve desde hace muchos años. Charlie vive solo, sumido en sus recuerdos y con la única compañía de Liz (Hong Chau), su amiga y enfermera que lo visita con frecuencia, pues padece insuficiencia cardiaca congestiva, debido a su obesidad mórbida. La vida de Charlie se verá trastocada cuando aparecen dos personas: Thomas (Ty Simpkins), un misionero de la Iglesia Nueva Vida, cuyo cometido es que Charlie encuentre a Dios en la soledad y la enfermedad; y su hija Ellie, con propósitos poco honestos.
El productor, guionista y director, Darren Aronofsky, Estudió en la Universidad de Harward y en el American Film Institute. Se inició con el cortometraje “Supermarket Sweep” y el mediometraje “Fortune Cookie” ambas en 1991 y tras los cortometrajes “Protozoa” 1993 y “No time” 1994, debutó en el largometraje con “Pi, fe en el caos” 1998. Continuó con “Réquiem por un sueño” 2000, “La fuente de la vida” 2006, “El luchador” 2008, “Cisne Negro” 2010, “Noé” 2014, “Madre!” 2017 y “La ballena (The Whale)” 2022. Cuenta con los cortometrajes “La Nuit de I`Homme” 2011 y “The Truth Is Hard to Find the New York Time: Brian Denton” 2017, el videoclip “Lou Reed & Metallica: The View” 2011 y la participación en las series documentales para televisión “Bienvenidos a la Tierra” 2021 y “Sin límites con Chris Hemsworth” 2022.
Demoledora, abrumadora y reflexiva, son palabras con las que se podría definir The Whale, lo nuevo de Aronofsky, que te aferra a la butaca, cortándote la respiración. Un filme atmosférico e intimista, en gran parte gracias al marco en el que sitúa la acción, el salón de la casa, espacio en el que prácticamente hace su vida Charlie y por el que desfilarán otros personajes que junto a él, acarrean a sus espaldas mochilas en las que viajan las separaciones, la compasión, el dolor, la ira, el desengaño, el rencor, las culpas, el abandono, la resignación, el amor o la falta de él y hasta la muerte; en busca de la redención y la luz.
Aronosfsky nos ofrece una adaptación de la obra teatral escrita por el dramaturgo Samuel D. Hunter, que vio en el año 2012 y cuya representación le dejó impactado. Durante estos años, mientras nos ofrecía otros trabajos, tanto en televisión como en cine, no ha cesado en la búsqueda del actor idóneo para encarnar a Charlie y de paso, sorprendernos con el giro al cine al que nos tenía acostumbrado, siendo fiel a la obra teatral y el ámbito en el que se desarrolla. Darren nos acomoda, por decirlo de alguna manera, en algún lugar de ese salón entre la penumbra, por el que la cámara se deslizará con absoluta delicadeza, durante el correctísimo metraje y para crear mayor complicidad, cercanía e intimidad con el espectador, emplea el formato de pantalla 4/3 en compañía de la elegante y a la vez austera fotografía de Matthew Libatique.
En este filme, las situaciones surrealistas, perturbadoras y dramáticas, a las que nos tiene acostumbrados el director, mudan hacia lo más clásico y convencional, siendo la palabra y algunas imágenes las que perturben al espectador mientras el drama se intensifica, en la figura de ese hombre cuya obesidad mórbida le impide relacionarse con el exterior, incluso bloqueando su webcam, cuando imparte sus clases online, sin olvidarnos de que apenas puede caminar sino es acompañado de su andador o la silla de ruedas. Su mundo se reduce a las paredes que rodean el salón que habita, hasta que llega la hora de dormir, si es que logra conciliar el sueño. Un hombre que parece ser feliz solo cuando come y de la manera en que lo hace, aunque sepa que le queda poco tiempo de vida. Un personaje cuyos conflictos internos le mantienen en la oscuridad más profunda de su ser, pero a la vez, rebosa optimismo, ofreciendo lecciones plenas de luz, esperanza y humanidad. Una historia tan cruel como hermosa, que no nos abandona aun cuando las luces se encienden y el tiempo discurre.
Toca hablar de él, del actor que ha dado vida a tantos personajes en comedias románticas y de aventuras. Sin la menor duda, Aronofsky le ha puesto en bandeja de oro, el gran papel con el que sueña todo actor y Brendan Fraser, no ha desaprovechado la ocasión de ofrecernos el mejor trabajo de su vida y por el que estoy convencido, se le recordará. Está soberbio e impresionante y no por todos los kilos de prótesis que tiene que soportar, sino por cuanto transmite con las palabras y en especial, con las miradas, exteriorizando un amplio abanico de sentimientos y emociones. Nos estremece con cada una de sus intervenciones y eleva aún más el clímax dramático, cuando está acompañado por la sobresaliente Hong Chau, quien encarna a Liz, la enfermera y amiga. La conexión entre ambos es absoluta y admirable. Una película que os recomiendo, sin dudar, disfrutando de cada situación y plano que Aronofsky ha cuidado, hasta rozar la perfección.
Mi nota es: 8,5
ESTRENO EN ESPAÑA: 27 de enero.
REPARTO: Brendan Fraser, Sadie Sink, Samantha Morton, Ty Simpkins, Hong Chau, Sathya Sridharan y Jacey Sink.
PRODUCTORA: A24// Protozoa Pictures
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: YouPlanet Pictures.
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