Creo que nunca he compartido con vosotros este texto, está extraído de mi primera novela: Tras las puertas del corazón, donde entre otras mucha historias y aventuras, los personajes viven el día en que todo comenzó.
Espero sea de vuestro agrado.
"El primero de aquellos sucesos, conmovió al
colectivo gay y muchos no gays de Manhattan. Fueron los disturbios ocurridos en un local de
Christopher Street en el Greenwich Village. Para situarte geográficamente, esta
área residencial se encuentra al oeste de Manhattan, rodeado por la calle
Broadway y el río Hudson. El local se llamaba Stonewall Inn, o debería decir se
llama, pues el local fue incluido en el año 99 en el Registro Nacional de
Lugares Históricos de Estados Unidos por su importancia en la historia del
movimiento gay y lésbico y lo sucedido en aquellos días.
La policía irrumpió el 28 de junio de forma
violenta. Los enfrentamientos duraron tres largos días. En aquellas fechas, concretamente
el 22 de junio, moría Judy Garland en el baño por una sobredosis de
barbitúricos. Gays, lesbianas, transexuales y bisexuales celebraron un
multitudinario funeral, ya que para el colectivo era un icono y, se piensa, que
este motivo fue uno de los detonantes de no resistirse pacíficamente como hasta
la fecha había ocurrido.
Fuimos enviados para recoger la noticia y
fotografiar el acontecimiento. La verdad, no nos esperábamos que aquella contienda
fuera a durar tres días de violentos enfrentamientos. Todo comenzó cuando la policía irrumpió en el
local para una redada indiscriminada como ya había ocurrido en otras ocasiones.
Pero ésta vez, los homosexuales,
cansados de los maltratos y desprecios por parte de la policía, tratándoles
como criminales o ladrones, no se aminoraron; sino por el contrario, les
hicieron frente. Los policías al verse rodeados y ante el asombro de la
reacción de los asistentes, hasta la fecha no violentos, avisaron para que les
enviasen refuerzos, llenándose la zona de patrullas, pero a su vez los gays
también se multiplicaron en número no esperado.
La batalla, en algunos momentos, resultó
encarnizada. Cuerpos mal heridos, ensangrentados, gritos e insultos, cabezas golpeadas
en el asfalto por policías, que seguramente no sabían por qué estaban haciendo
aquello, pero lo hacían. Sonidos de ambulancias, entrando y saliendo por las
calles, mientras recogían a quienes no tenían las fuerzas para seguir luchando
por el dolor que les atenazaba. Las luces, que iluminaban la noche, parecían
enturbiarse, y la luminosidad blanca volverse gris. El ambiente era
insostenible, pero ninguno de los bandos parecía querer ceder. El orgullo
estaba muy alto entre los gays, hastiados, cansados y aburridos de ser tratados
como animales, que digo, ni a los animales se les trataba de esa forma en
aquellos tiempos. En sus ojos se leía el deseo de libertad y paz y no mermaron
sus fuerzas en el intento, aunque viesen a sus amigos con brazos rotos, con cabezas
abiertas y su sangre encharcando las calles. Gritaban en su interior y lo
expresaban con furia, el deseo de ser tratados como seres humanos y no como
enfermos, dementes o degenerados. Cuando los enfermos eran aquellos que
prohibían la libertad de quienes no causaban ningún daño, ningún disturbio,
ningún malestar. Simplemente, querían y deseaban vivir su sexualidad.
Simplemente deseaban amar a quienes ellos habían elegido para amar. ¿Qué mal
había en ello? Sólo el ofuscamiento de mentes retrógradas, sin miras, sin
visión más allá de sus narices; e incluso, entre ellos, los más deplorables, los
que ocultando su homosexualidad, vivían una doble vida. Por una parte, con una
familia supuestamente maravillosa, y por la otra, a escondidas, desahogando su
verdadera sexualidad. Luego, a la luz del día, resultaban ser los más homófobos
y castigadores, por no haber asumido ellos mismos su verdadero ser. El que la
naturaleza les había otorgado y ellos rechazado.
Cuando aquellos enfrentamientos cesaron, la
suma de heridos y arrestados era numerosa, además de un muerto. Fue entonces
cuando nació el «Gay Power» y desde ese mismo año, cada 28 de junio, se
conmemora en todo el mundo, el día del orgullo gay. Como himno, la canción de El Mago de Oz, «Over the rainbow»,
interpretada por Judy Garland, donde habla, que más allá del arco iris, los
problemas desaparecen y los sueños se convierten en realidad. Y yo añadiría, la
realidad de que un día, todos seamos vistos de la misma forma, sin
discriminaciones sexuales, de raza, de pensamiento o de acción. Una realidad
donde el ser humano aprenda a convivir entre todos, sin pensar que otros son
inferiores o superiores a él. Pues todos estamos hechos de la misma materia y
girando en el mismo círculo de la vida, y con ello, alcancemos en su momento
ese arco iris, donde todos los colores tienen cabida y donde todos, somos
importantes para el equilibrio de la sociedad y del planeta.
Los colores nacieron de la vida y que cada uno
de nosotros elija la paleta de color que desea en su trayectoria por el gran
lienzo que formara su existencia. Intentemos por tanto, crear un cuadro de luz
y armonía, hasta el punto que jamás un pintor pensara en realizar, sino que
sea, la verdadera obra de nuestra vida y esa obra, posea la fuerza suficiente para
que la energía pura se revalorice y la luz sea más intensa.
Formemos por tanto, nuestro propio arco iris y
que éste, por su calidad de pureza, pase a formar parte del gran arco iris de
la creación."
Texto extraído de: Tras las puertas del corazón.
http://www.lifegay.com/libros/925-tras-las-puertas-del-corazon.html
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