Al bajar del avión, la verdad que
es como un aeropuerto normal. Para ir hasta Amsterdam hay que coger un tren que
te lleva hasta allí y al salir del tren, entonces sí que te llevas la primera
impresión, que es muy agradable: En la estación hay un parking de bicicletas y
hay muchísimas, y los tranvías pasan por la puerta de la estación que te
desplazan por toda la ciudad que es ¡preciosa!
A mí lo que más me impactó fue lo
cuidada que estaba toda la ciudad, en sus calles se respira paz, y cada lugar
donde pongas la mirada, es digno de una bonita instantánea.
¿Qué ciudades visitaste y cuál es
la que más te gustó?
Sólo visité Amsterdam y unos
pueblecitos que hay al otro lado del puerto, que parecen de cuento.
¿Qué nos puedes contar de su
cultura y tradiciones?
Más allá de la gran diferencia
que tiene el país con respecto a otros al tener legalizado el consumo y venta
de marihuana, creo que se caracterizan por su manera de saber vivir bien. Son
gente que se cuidan, cuidan su entorno y saben disfrutar de calidad de vida.
Además en Amsterman hay un montón de museos y se respira un gran nivel
cultural.
¿Cuál es el comportamiento de los
autóctonos hacia el turista?
Creo que los turistas somos bienvenidos,
aunque no les gusta mucho que el turismo se reduzca al consumo de marihuana.
Háblanos de su gastronomía.
Yo la verdad que sólo consumí comida
rápida. Comer en un restaurante decente allí, es muy caro
¿Aconsejarías el viaje a tus amistades?
¿Por qué?
Por supuesto que lo aconsejo. Yo he
estado en cinco ocasiones y pienso volver. Allí encuentras paz, tranquilidad y diversión
nocturna si se quiere.
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