Hoy hace 161 años del nacimiento
de un gran genio: Antoni Gaudí, que nació en 1852. Se desconoce el lugar exacto
de su nacimiento, pues no se conservan documentos oficiales. Pero lo que sí se
sabe es que su padre fue un industrial calderero: Francesc Gaudí y su madre Antònia Cornet. Fue el menor de
cinco hermanos. Sus orígenes familiares se remontan al sur de Francia, en
Auvernia, de donde uno de sus antepasados, Joan Gaudí, pasó a Cataluña en el
siglo XVII, el apellido en su origen podría ser Gaudy o Gaudin.
Gaudí se reconoció siempre
partidario del catalanismo, aunque nunca quiso vincularse con la política,
incluso cuando algunos políticos como: Francesc Cambó o Enric Prat de la Riva,
le propusieran presentarse como diputado. Aunque por sus ideales, tuvo diversos
altercados con la policía. Fue un gran defensor del catalán, por lo que durante
la dictadura de Primo de Rivera, sería arrestado por la Guardia Civil pasando
una temporada en los calabozos.
Gaudí vivió dedicado por completo
a su profesión, hasta el punto de permanecer soltero. Sólo, que se sepa, estuvo
atraído por una mujer, Josefa Moreu, maestra de la Cooperativa Mataronense,
hacia el 1884. Desde entonces Gaudí se refugió en su profunda religiosidad, en
la que encontraba gran sosiego espiritual.
Tras sus primeros años de
estudiante, en 1868 se traslada a Barcelona para cursar enseñanza media en el
Convento del Carmen, y posteriormente la carrera de arquitectura en la Escuela
de la Llotja y en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.
Entre esos años realizó el servicio militar en La Armada de Infantería en
Barcelona. Finaliza, tanto sus estudios de arquitectura como el servicio
militar, en 1978.
Para pagarse la carrera, Gaudí
trabajó como delineante para diversos arquitectos y constructores. Quizás por
ese motivo, al recibir el título, con su característica ironia y sentido del
humor, comentó a su amigo el escultor llorenç
Matamala: “Llorenç, dicen que ya soy arquitecto”
Gaudí viviría varias etapas en
relación a su obra y la evolución de la misma, convirtiéndose por mérito en el padre del modernismo:
En sus primeras obras, tanto
durante su etapa de estudiante como las primeras ejecutadas al obtener el
título, destacan por la gran precisión de los detalles, la utilización de la geometría
superior y la preponderancia de las consideraciones mecánicas en el cálculo de
estructuras. Destacaremos: Las Farolas de la Plaza Real (Barcelona), y el
proyecto de Kioscos Girossi.
Su etapa orientalista estaría
marcada por el gusto por lo oriental, inspirado en el arte del próximo y lejano
oriente (India, Persia, Japón) , así como el del arte islámico hispánico (mudéjar
y nazarí) De esta etapa destacaremos: La casa Vicens y El Capricho, en Comillas
y con motivo de la Exposición Universal celebrada en el Parque de la Ciudadela
de Barcelona, 1888, Gaudí construyó El Pabellón de la Compañía Trasatlántica,
propiedad del Marqués de Comillas.
Para el periodo Neogótico se
inspiraría sobre todo en el arte gótico medieval, el cual asume de forma libre,
personal, intentando mejorar sus soluciones estructurales. Fue uno de los
periodos históricos de mayor éxito. Destacan obras como: Colegio de las
Teresianas, El Palacio Episcopal de Astorga, o La Casa Botines en León.
La Etapa Naturalista, le llevará
a perfeccionar su estilo personal, inspirándose en las formas orgánicas de la
naturaleza, poniendo en práctica toda una serie de nuevas soluciones estructurales
y geométricas, y donde Gaudí dará rienda suelta a la gran libertad creativa y
una imaginación desbordante en la creación ornamental. Partirá de cierto
barroquismo y dotará a sus obras de volúmenes desprovistos de rigidez
racionalista o de cualquier premisa clásica. Obras importantes de este periodo
serán: La Casa Calvet, La Puerta de la Finca Miralles, El Parque Güell y la
Casa Batlló, entre otras muchas.
Su etapa final, será la culminación
de su obra. En aquellos últimos años, que dedicaba casi en exclusiva a la
Sagrada Familia, Gaudí llega a la perfección de su estilo naturalista, haciendo
una síntesis de todas sus soluciones y estilos probados hasta aquel entonces. Logrará
con ello una perfecta armonía en la interrelación entre los elementos
estructurales y los ornamentales, entre plástica y estética, entre función y
forma, entre contenido y continente, logrando la integración de todas las artes
en un todo estructurado y lógico. Además de proyectar La Sagrada Familia, obras
de este final de etapa, serán: Las Escuelas de la Sagrada Familia o los Púlpitos
de la Iglesia de Santa María en Blanes.
Desde 1915, Gaudí se dedicó casi
en exclusividad a La Sagrada Familia, donde se muestra la síntesis de toda su
obra evolutiva arquitectónica.
Su vida estuvo fuertemente
relacionada con sus creencias católicas, en 1899 se hizo socio del Cercle Artístic
de Sant Lluc, sociedad artística de corte católico fundada en 1893 por el obispo
Josep Torras i Bages y los hermanos Josep y Joan Llimona. También se afilió a
la Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat, entidad catalanista de
signo católico.
Y en toda su obra, se ve la gran influencia
de sus creencias católicas, no sólo en las obras ejecutadas en diversas
iglesias, sino, incluso en el famoso Parque Güell, donde su entrada presenta
una estructura alegórica de gran simbolismo dentro de los parámetros
conceptuales que compartían Gaudí y el conde Güell, centrados en el catalanismo
político y en la religión católica, mostrando en dicha alegoría lo más elevado
del mundo terrenal y espiritual.
El 7 de junio de 1926 cuando se
dirigía a la Iglesia de San Felipe Neri, para rezar y entrevistarse con su
confesor. Al pasar por la Gran Vía de las Cortes Catalanas, entre las calles
Girona y Bailén, fue atropellado por un tranvía, que lo dejó sin sentido. Debido
a su aspecto desaliñado y sus ropas gastadas y viejas, fue tomado como un
mendigo, nadie se preocupó por él hasta que un guardia civil paró un taxi y lo
llevaron al Hospital de la Santa Cruz. Al día siguiente lo reconoció el capellán
de la Sagrada Familia, pero ya era demasiado tarde para hacer nada por él. Murió el día 10 de Junio de 1926, a los 74 años de edad,
en la plenitud de su carrera. Fue enterrado el 12 de Junio, con presencia de
grandes multitudes que quisieron darle el último adiós, en la capilla de
Nuestra Señora del Carmen de la cripta de la Sagrada Familia. En la lápida
figura la siguiente inscripción:
Antonius Gaudi Cornet. Reusensis.
Annos natus LXXIV, vitae exemplaris vir, eximiusque artifex, mirabilis operis humus,
templi auctor, pie obiit Barcinone dit X junii MCXXVI, hinc cineres tanti
hominis, resurrectionem mortuorum expectante. R.I.P.
Sin duda, Antoni Gaudí, fue un
hombre adelantado a su tiempo, un gran amante de su profesión, a la que se
dedicó en cuerpo y alma y con el espíritu fuerte de creación, descubriendo
nuevas formas que en muchas ocasiones, hoy en día, nos siguen pareciendo
imposibles.
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