lunes, 15 de abril de 2019

A LA VUELTA DE LA ESQUINA: CRÍTICA DE CINE

El alemán Thomas Stuber dirige, A la vuelta de la esquina, con guion compartido con Clemens Meyer.

Al son del Vals del Danubio Azul  de Johann Strauss II, nos internamos entre los largos pasillos de un gran supermercado, en el cual las carretillas elevadoras se cruzan entre ellas, como si estuvieran bailando en la noche, cuando el lugar es habitado tan solo por los reponedores.

Uno de esos reponedores es Christian (Franz Rogowski), un joven silencioso, de pocas palabras y movimientos lentos, contratado por Rudi (Andreas Leupold) que tras mostrarle las instalaciones, le presentará al encargado de la sección de bebidas, Bruno (Peter Kurth), con quien aprenderá el oficio y entablará una gran amistad; pero Christian se ha fijado en una chica de nombre Marion (Sandra Hüller) de la sección de dulces, de quien se enamorará.

Cuando un buen guion y una excelente dirección se alían, el producto es un filme que acuna al espectador mientras le presenta a los moradores/trabajadores de una gran superficie. Esos hombres y mujeres que cada noche reponen las estanterías de todo aquello que  adquirimos cada día. Esos hombres y mujeres, que en la gran mayoría de las ocasiones, no vemos ni conocemos sus vidas, pero que sabemos que existen. Thomas y Clemens han sabido atrapar en las páginas del guion, la sencillez de las vidas y los problemas que cada uno de ellos arrastra entre los pasillos, mientras reponen las mercaderías y lo mejor de todo, trasladarlo a la gran pantalla.

Una obra dividida en tres capítulos, a parte del alegórico prólogo, con el nombre de sus tres protagonistas. Christian:  el novato, el chico silencioso a quien cuesta arrancar más de una frase seguida, tranquilo, servicial, amigable, trabajador y prácticamente sin gesticulación facial; una extraordinaria interpretación de Franz Rogowski. Bruno: el jefe del departamento, un hombre afable, sensible, paciente y exigente por igual, en la enseñanza y un gran compañero; para terminar, por orden de aparición, con Marion: noble, sencilla, seductora, guardando un pequeño secreto, como los otros dos y quien roba el corazón de Christian. Ellos tres serán parte del alma de la gran nave, donde el día y la noche se confunden al no penetrar la luz solar y vivir bajo los fluorescentes, como en un momento determinado comenta Christian.

A la vuelta de la esquina, o mejor, “Entre los pasillos”, su título original y más entendible, se presenta como un filme lento y monótono. Sé que algunas veces me habéis leído quejarme por el metraje de algunas películas, pero en esta ocasión, aunque la monotonía nos pueda sobrepasar, se convierte en ese cuarto personaje, medido, controlado y siempre presente, incluso representado en detalles como el puzle a medio terminar en casa de Marion o las partidas de ajedrez entre dos de los encargados; todo está al servicio del director para crear la atmósfera de como la vida se escapa sin hacer más,  porque en realidad sus personajes creen que no hay más que hacer, que vivir como lo hacen: trabajar, descansar, comer, saludarse entre compañeros, tomar alguna cerveza, fumar  compulsivamente y dejarse llevar por los días y las noches.

Una obra moderada en las imágenes filmadas con delicadeza por el director de fotografía Peter Matjasko, entre planos sugestivos y correcta iluminación; así como la mesura en las magníficas interpretaciones de todos los actores, destacando al trío protagonista, quienes la convierten en la mayor virtud. Una película modesta donde los silencios parecen hablar, mientras las palabras, más allá de lo justamente necesario, enmudecen.
Filme lírico donde los haya, envuelto en amistad, compañerismo, amor, soledad, maltrato, esfuerzo y no exento de crítica como el instante en que un trabajador le comenta a otro que su hijo está loco, que quiere ir a la universidad en vez de aprender un oficio, el hablar de cómo la crisis transforma unos negocios en otros, tras las quiebras o el comer la comida que están obligados a tirar a la basura porque está caducada, sin hacer el menor asco a ello, serán algunos de los ejemplos.

Una exquisita fábula romántica en el lugar menos propicio para ello, entre dos impresionantes actores que devoran cada centímetro de la gran pantalla, Franz Rogowski y Sandra Hüller, cortejándose entre carretillas elevadoras y pasillos interminables.
Mi nota es: 8

ESTRENO en ESPAÑA: 12 de Abril
REPARTO: Sandra Hüller, Franz Rogowski, Peter Kurth, Andreas Leupold, Ramona Kunze-Libnow, Steffen Scheumann, Gerdy Zint, Henning Peker y Mattihias Börner.

PRODUCTORA: Sommerhaus Filmproduktionen

DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Surtsey Films.

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