La cortometrajista Marine Francen, se pasa al largometraje
con La mujer que sabía leer, un
drama en el siglo XIX, donde comparte guion con Jacquiline Surchat y Jacques
Fieschi.
Es 1852 y las primeras imágenes nos
sitúan en un pueblo de los Alpes de la Alta Provenza, donde los hombres son
sacados de sus casas por el ejército de Napoleón III, a la fuerza. Uno de ellos
es asesinado en plena calle y a los demás se los llevan, dejando a todas las
mujeres y sus hijos, a la mejor de las suertes.
En dicho pueblo vive Violette (Pauline Burlet) una joven que al igual
que el resto de las mujeres, deberá enfrentarse a los trabajos del campo ante
la ausencia de los hombres, pero el tiempo pasa y entre las jóvenes casaderas
surgen las conversaciones de la necesidad de hombres en su vida y sobre todo,
de tener hijos. Un día deciden hacer un pacto: Si apareciera un hombre por el
pueblo, se lo repartirían, para de esa manera saciar sus apetitos carnales, poder
procrear y así no estar solas.
Un
buen día, mientras están segando, aparece un hombre de 39 años, Etienne (Théo Costa-Marini), quien se enamorará
de Violette y ella de él. ¿Qué sucederá con el pacto entre las mujeres?
Francen para su primer largometraje se
inspirará en el relato “L´homme semence”
escrito por Violette Ailhaud. Un
relato cuya autora dejó escrito en un sobre cerrado y bajo la condición de que
no se abriese hasta 1952, exactamente al cumplirse un siglo, y siempre que lo
heredara una mujer de su familia. La historia finalmente se publicó en 2006.
Salvando las diferencias, me ha traído
recuerdos de “La Casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca o “La Seducción” de Sofía Coppola. Una
historia coral femenina, pues la presencia masculina es un mero “objeto” para
desencadenar los deseos, emociones y sensaciones provocadas por la soledad, la
falta de amor y afecto en general, sin olvidar la maternidad. Un filme que sin duda
hoy en día, en pleno siglo XXI, a la salida de la sala del cine, puede generar
más de un debate, tras lo proyectado.
Una historia que en su comienzo parece
no tener la fuerza dramática suficiente para sentirse enganchado, pero muy lejos de la
realidad, pues Marine, aunque con cierta parsimonia, sabe atrapar al espectador
minuto a minuto, hasta llegar al desenlace.
Ocho mujeres sobreviviendo en un lugar
idílico, entre campos de trigo y árboles frutales. Habitando un pueblo cuyas
casas respiran historia, en medio de caminos rurales y calles empedradas, de
rincones que llaman a la ensoñación, de casas de piedra; todo observado desde la
exquisita mirada del fotógrafo Alain
Duplantier, quien dota a la obra de una iluminación y colores perfectos; bajo el abrigo de la cálida banda sonora de Frédéric
Vercheval.
Sobre las interpretaciones, nada que
decir. La fuerza dramática que ofrecen a sus personajes, se hace tan creíble que disfrutas de la historia
contada. Una historia con claras influencias teatrales y feministas.
Mi nota es: 7,5
ESTRENO en ESPAÑA: 11 de Mayo.
PRODUCTORA: Les Films du Worso.
DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: BTeam
Pictures.
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