Ayer asistí a la representación “Prisionero en Mayo” en
la sala Off del Teatro Lara.
¿Imaginas que te castigaran a convivir el resto de tus
días con tu enemigo más acérrimo, tu doble maléfico, tu peor pesadilla? De una
pregunta así surge esta obra, Prisionero en mayo, pieza teatral que muestra el
conflicto entre dos formas dispares de entender la libertad, la culpa y el
encierro.
El argumento nos cuenta la historia de un joven, Abel (Guillermo Llansó) que recibe a su nuevo
compañero de celda: el famoso y carismático Enric Maddox (Karlos Aurrekoetxea)
Con la ayuda de Nuria (Patricia Quero), el guardián de nombre Delicadeza, Abel se tendrá
que enfrentar de nuevo a los demonios que le llevaron a la cárcel; sobre todo
cuando conozca, en una de las muchas cartas que recibe Enric, el caso de
Eduardo, un adolescente que fantasea con matar a su familia.
Abel encarna al preso reflexivo y solitario, el que
parece más apacible, a pesar de haber cometido un crimen atroz, mientras que
Enric es el reflejo de uno de los iconos más controvertidos del siglo XX:
Charles Manson. Es amoral, salvaje, divertido y emplea las mismas técnicas
persuasivas que Manson, así como las expresiones corporales y gestuales del
preso que más correo recibe al año en Estados Unidos.
Sus tres actores están simplemente, perfectos en el
equilibrio narrativo de la obra. Nada que añadir, nada que decir, pues se
conocen a la perfección el texto audaz, turbador y poético que les toca
interpretar y lo consiguen haciendo que el espectador se adentre en aquella
prisión imaginaria y como dice uno de los protagonistas, en una celda sin
barrotes, porque en realidad los barrotes los crean ellos mismos con sus
crímenes hacia la sociedad. Una prisión donde deben interactuar entre ellos y
fomentar una amistad en un lugar como el que les ha tocado en castigo.
Juan Manuel Romero Gárriz nos presenta un texto lleno de
matices y una dirección tan sutil, que apenas se aprecia y en ello radica su
brillantez y que la puesta en escena sea tan creíble. No hay excesos. Si Juan Manuel me lo permite,
solo hay un pequeño detalle que a mí me resultó un poco chocante y es el final,
a mi juicio se precipita cerrando la historia, pero simplemente es mi opinión.
En cuanto al resto de los elementos que compone la obra:
Escenografía, vestuario, iluminación, sonido… presentados en su justa medida.
Felicidades a todo el equipo y a la sala Off del Teatro Lara, que no conocía y
me ha resultado un espacio escénico muy acogedor y cercano.
“Prisionero en mayo” es un viaje al corazón del hombre y
a todo lo que le impide sentirse plenamente libre. Una obra que recomiendo a
todos los amantes al buen teatro y que deseo esté mucho tiempo en cartel. Se puede disfrutar todos los miércoles del
mes de abril en sesión de 20:15 horas en la sala Off del teatro Lara.
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