Mantícora está escrita y dirigida por Carlos Vermut. “Los peores monstruos habitan en la mente del ser humano”
En pantalla vemos como se está llevando a cabo el diseño en 3D de un monstruo que está dibujando Julián (Nacho Sánchez), modelador de criaturas, con sus gafas de realidad virtual, cuando escucha gritos de socorro de un niño, vecino suyo, cuya casa está ardiendo. Julián derriba la puerta y con un extintor logra sofocar el fuego. Julián tranquiliza al pequeño y su madre le agradece haber salvado a su hijo.
Un buen día Julián conoce a Diana (Zoe Stein), de la que se enamora y sigue a todas partes, hasta que descubre que ella también está interesada por él. Diana le invita a casa y le explica que cuida de su padre enfermo y postrado en cama. Ambos parecen entenderse pero Julián guarda un oscuro e inconfesable secreto que cuando sale a la luz, todo cambiará.
El historietista, guionista, productor y director, Carlos Vermut, estudió ilustración en la Escuela de Arte Número Diez de Madrid, comenzando a trabajar como ilustrador en El Mundo. Ha ganado el premio Injuve de cómic en 2006 y publicó su primer cómic en solitario “El banyán rojo”. Posteriormente completó “Psicosoda” y “Plutón”, esta última homónima de Álex de la Iglesia, entre otros trabajos. En el mundo del cine debutó con los cortometrajes “Michirones” y “Maquetas” 2009 y en el largometraje con “Diamond Flash” 2011, “Magical Girl” 2014, “Quién te cantará” 2018 y este año nos ofrece “Mantícora” 2022. Cuenta también con el cortometraje “Don Pepe Popi” 2012 y los video “Templeton: La gran ciudad” 2014 y “La bien querida: Me envenenas” 2019.
No es la primera y seguro que no será la última en la que el gran director Carlos Vermut nos sorprenda con un filme en el cual, el verdadero protagonista se encuentre agazapado en la psique humana y de lo que es capaz de idear, para vergüenza de quien lo sufre. Vermut, elegante director donde los haya, nos trae a la gran pantalla una narración cuyo insondable drama supera al thriller psicológico que lo envuelve, al menos en una primera lectura. Julián es, posiblemente, el personaje más oscuro creado por Vermut en medio de la introspección y la vulnerabilidad que proyecta. La soledad, de nuevo como foco del origen y fantasma que no abandona al protagonista, provocando que se cierre cada vez más en su propio entorno, en su mundo; el universo de los monstruos que habitan en su subconsciente, solapando al ya existente. Engendros cuya certeza devoran su propio ser, entre el amor, el deseo, la depravación y la necesidad de alcanzar a su presa. Un filme arriesgado y desconcertante que no deja indiferente a nadie, abandonando la sala en silencio o entre pequeñas conversaciones originadas por lo visto, escuchado y vivido, mientras las luces permanecían apagadas. Es entonces, cuando tras meditar, somos conscientes del verdadero horror, un terror poco convencional que cala en lo más profundo para repudiarlo al instante.
Otra de las características del cine de Vermut, es la tranquilidad que se toma a la hora de contarnos la historia que tiene entre manos, hasta exponer los secretos que celosamente custodian sus personajes en lo más profundo de sus almas atormentadas, para que nadie pueda desnudar y mucho menos despertar, lo que les carcome por dentro, antes de tiempo. Durante ese espacio Carlos nos presenta a sus personajes desde el lado más humano y cotidiano, como respiran, viven, sueñan, sufren, trabajan, se relacionan o no, ríen y aman. Va desvelando gradualmente la materia de la que están compuestos y ocultando al verdadero ser que en algún momento deberá salir a la luz. La auto negación como uno de los pilares principales, pues ambos, Julián y Diana, desde perspectivas diferentes maquillan, para no sentirse más rechazados de lo que ellos mismos se sienten y con ello, llevarnos a ese final sorpresivo y que deja al espectador con más de una duda en su mente tras conocer a la bestia, a la Mantícora con la que Vermú nos ha atrapado con suma sutileza rompiendo parte de nuestro, siempre quebradizo, equilibrio emocional.
Toca hablar de esos dos personajes que conectan entre sí, tal vez debido a que forman parte de ese universo de juguetes rotos que habitan en la sociedad y quienes entre miradas y silencios, mantienen conversaciones difíciles de descifrar y entender, por los mortales más racionales. Julián, cuyas luchas internas se proyectan en las miradas perdidas, extrañas y hasta dolorosas, que causan pavor, entre los despertares inquietos, los silencios y la soledad; soledad que le sirve de vehículo para dar rienda suelta a su inquietante imaginación creando sus criaturas, esos monstruos que le estimulan y le aterran a la vez. Diana por el contrario se nos muestra como una joven cariñosa, conversadora, risueña y cuya sensibilidad y humanidad quedan patentes en los cuidados que proporciona a su padre enfermo y postrado en cama. Ambos están encarnados por dos magníficos actores. Él en la piel de Nacho Sánchez, inquietante con sus pausados movimientos, sus terribles silencios que no auguran nada bueno y sobre todo, los ojos, en medio de esas miradas extraviadas en un espacio que únicamente su mente es capaz de dilucidar y ella, Zoe Stein, la dulzura que emana a través de sus ojos, sus gestos y palabras, aplacando en parte la incertidumbre, que se genera en el ambiente.
Finalizo destacando la cuidada fotografía de Alana Mejía González y la inquietante música de Alberto Torres. Una vez más recordar que no es una película fácil de asimilar por el tema que trata, por lo que tal vez no sea una obra para todos los paladares, pero sí un magnífico trabajo y un atrevimiento por parte del director, al decantarse por un tema tan tabú.
Mi nota es: 8,5
ESTRENO EN ESPAÑA: 9 de diciembre.
REPARTO: Nacho Sánchez, Zoe Stein, Catalina Sopelana, Javier Lago, Patrick Martino, Ángela Boix y Álvaro Sanz Rodríguez.
PRODUCTORA: Aquí y Allí Films// BTeam Pictures//RTVE// Movistar Plus+// TV3// ICAA//Crea SGR
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: BTeam Pictures.
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