La coproducción entre
Argentina, México, España, Dinamarca y Estados Unidos, El Jockey está dirigida por Luis
Ortega compartiendo guion con Fabián
Casas y Rodolfo Palacios. “Dicen
que te estás tomando la farlopa de los caballos”
En un bar que bien
podría oler a añejo, nos encontramos con Remo Manfredini (Nahuel Pérez Biscayart) vestido con su traje de jockey con la cabeza hacia arriba, la boca abierta y
los ojos cerrados. En el local entra Sirena (Daniel Giménez Cacho), jefe de carreras y capo de la banda junto a
dos de sus secuaces. Se acercan lentamente a Remo y Sirena le introduce parte
de una fusta en la boca, Remo se despierta y se lo llevan arrastrando, con la
intención de despejarlo de la borrachera que tiene, antes de subirse sobre el
caballo; pero su lamentable estado provoca que ni siquiera salga del cajón de
salida tras el disparo, cayendo al suelo.
Los excesos con las
drogas y el alcohol, no solo pondrán en peligro su trabajo como jinete, su
relación con su novia Abril (Úrsula
Corberó) también amazona, sino que un accidente en plena carrera, le dejará
en coma. Al despertar ve sobre una silla un abrigo de pieles y un bolso, sin
dudarlo se viste con dichas prendas y se va a la calle, con la cabeza
exageradamente vendada.
El guionista y director,
Luis Ortega, mientras estudiaba en
la Universidad del Cine de Buenos Aires, escribió y dirigió su primera película
“Caja Negra” a sus 19 años. A este filme le siguieron “Monobloc” 2005, “Los
santos sucios” 2009, “Verano maldito” 2011, “Dromómanos” 2012, “Lulú” 2016, “El
Ángel” 2018 y este año estrena “El jockey” 2024
Desconcertante sería
una de las palabras con las que se podría definir este filme surrealista, con
toques de comedia y difícil de clasificar. El propio prólogo que nos muestra al
Jockey sentado sobre una silla y en un estado, podríamos decir muy perjudicado,
provocado por el exceso de alcohol y posiblemente las drogas consumidas, junto
a las estampas de quien en dicho local se encuentran, nos da una pista de por
dónde va a despuntar la narración, aunque en ocasiones se desdibuja tanto la
historia, que nos deja locos. Eso sí, lo que es digno de mencionar es que el
filme te atrapa en una extraña espiral sin sentido, hasta soltarte de golpe al
llegar al final y dejarte planchado en la butaca.
La historia bebe de
muchas fuentes y sin duda, entre otros, del maestro Pedro Almodóvar, aunque ese
toque transgresor, ese punto irreverente y atrevido e incluso canalla de aquel
Almodóvar en su primera etapa, Ortega lo volatiliza llevándolo a los límites de
la paranoia más disparatada, no sé si con la intención de rendir un homenaje al
maestro pues no olvidemos que su última película, “El Ángel” 2018, fue
producida por El Deseo.
Una vez más estamos
ante la muestra de un guion abandonado a la mejor de las suertes y una
dirección confusa y perezosa cuando, con un poco de atención, podría haber
funcionado como comedia negra, pero no pasa de unos pocos diálogos sin ningún
interés y de cuatro golpes de efecto que sí, logran despertar algunas sonrisas
y sorpresas. El ir y venir del personaje principal interpretado por un
magnífico Nahuel Pérez Biscayart,
quien parece haber tomado lecciones interpretativas del gran maestro Buster
Keaton, despuntando sus parcas gesticulaciones y miradas perdidas en algún
punto desconocido para el espectador. Es por él, por Nahuel, por quien el
espectador se interesa y espera paciente cuál será su próximo movimiento,
percance, caída, extravagancia o… Sea lo que sea, nos agrada su presencia en la
pantalla y hasta empatizamos con él. Como le sucedía al gran Keaton, Biscayart
parece carecer de toda emoción, incluso cuando sufre.
A lo largo de mi vida
me he encontrado con algunos filmes, cortos o series que tras verlos e intentar
dilucidar sobre el contenido de los mismos, he pensado si el guionista, el director
o quizás ambos, durante el momento de la creación, estarían bajo los efectos de
algún psicotrópico, pues de lo contrario resulta complicado comprender lo visto
y más, imaginar en el trabajo del montador, pensando si estaba realizando
correctamente su cometido, aun teniendo el guion delante y conociendo las
pautas del director. Estamos ante una obra arriesgada que seguramente
provoque un buen número de debates y que
quizás, aunque acercándose, nadie llegue a resolver el sentido del sinsentido.
Si el guionista y el
director, con esta rareza buscaban que el espectador especulara, han dado en la
diana. Si pretendían turbarnos con sus idas de olla, sin la menor duda y si son
de los curiosos que se detienen a escuchar las opiniones de los asistentes al
término de la función, mientras abandonan la sala, me lo creo; pues sin duda
hablar del Jockey se habla, reírse con algunos instantes vistos, se hace y tal
vez a más de uno, como me pasó a mí, intentará poner en orden sus neuronas.
Esta excentricidad cuenta con una extraordinaria fotografía de Timo Salminen, con instantáneas muy
curiosas y la banda sonora en la partitura de Sune Wagner, que acompaña acertadamente a cada una las escenas y en
particular a aquellas en las que no se habla ni una sola palabra.
En resumen, estamos
ante un filme que no es para todos los públicos pero sí para aquellos que
buscan lo diferente, que posee la cualidad de atraparte y que conlleva efectos
secundarios, no muy serios, solo los suficientes hasta que la mente vuelva a la
realidad, lo más pronto posible. Es por eso que a la hora de puntuarla, he
preferido que la balanza esté equilibrada.
Mi nota es: 6
ESTRENO EN ESPAÑA: 30
de mayo.
REPARTO: Nahuel Pérez
Biscayart, Úrsula Corberó, Daniel Giménez Cacho, Mariana Di Girolamo, Daniel
Fanego, Osmar Nuñez, Roberto Carnaghi, Luis Ziembrowski, Adriana Aguirre y Roy
Serrano.
PRODUCTORA: Rei Cine//
El Despacho Produkties// Infinity Hill// Exile Content Studio// Warner Music.
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Caramel Films España.
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