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martes, 19 de agosto de 2014

DE OLORES, SABORES Y RECUERDOS (SEGUNDA PARTE)


 El jueves se despertó soleado, ¿cuánto duró?, ya no me hacía esa pregunta. Si se nublaba, otro día que no pisaría la playa, como así sucedió, pero no nos adelantemos en los acontecimientos.

El día anterior, ¿cuándo? No lo sé En realidad ahora no sé cómo fui capaz de ver a tanta gente en tan solo unos días, y conversar con todos ellos. Pues como os decía, el día anterior quedé con otra gran amiga: Ramona. Con ella la friolera de tiempo sin vernos rondaba entre los 12 y 14 años. Eso sí, la condenada de ella, está igual de guapa, igual de simpática e igual de coqueta. Otra gran superviviente de la sociedad. Lo que ha luchado esta mujer, pero ahora, ahora el destino está siendo generoso con ella y espero que así sea para siempre, junto a su marido José y sus dos hijas, además del resto de la familia. Tras acompañarla a unas compras, nos tomamos un café y charlamos hasta que el tiempo nos obligó a separarnos y desearnos no tardar tanto tiempo en volver a vernos.

Creo que fue ese día cuando vi a Ana Rosa, que también llevaba la cifra de unos 15 años sin vernos, la pena que luego ya no tuve la oportunidad de conocer a mi otra sobrina, Sherezade. Queda pendiente para la próxima ocasión, y será la primera en ver.

Yendo hacia casa de Miguel y Coral, donde comería y felicitaría a uno de sus hijos, pues era su cumpleaños (Edgar), me encontré con mis primos Alberto y Alfonso acompañados de su padre, mi tío José, conversaría durante un rato en aquella terraza de la plaza roja.

Tras salir de casa de Miguel y Coral, con intención de ir a descansar un poco a donde mis tíos: Merce y Víctor, donde me he quedado, me llamó Javier Fonfría. Años también sin vernos y aquí hablamos del pasado, del presente, del futuro y porque no teníamos más tiempo. ¡Santa Madre de Dios! todo lo que pudimos conversar en aquellas horas de la tarde hasta llegar la noche y llevarme a la puerta del portal, en el coche. Entre conversaciones recorrimos una pequeña parte de Cantabria. Otra vez me quedé con el deseo de ver a Jorge, su hijo y a quien cuidé de pequeño. Siempre me acuerdo de él y al que tengo muchas ganas de pegar un abrazo, al igual que a Gema Acereda, que por trabajo le fue imposible desplazarse.

Cené tranquilamente y no tenía pensamiento de salir, pues la verdad me encontraba cansado con tanto ir y venir, pero de nuevo me llamó Novel que había otras personas que me querían ver, y allá que me fui al Ave Turuta (Un bar, que aunque ha cambiado de ubicación, siguen regentando los mismos dueños de siempre y con el mismo ambiente bohemio que le caracteriza. También fue una sorpresa para ellos, mi presencia) Allí estaban Francisco Guazo (Chisco) músico al igual que Novel, Pedro Bárcena, el hombre que ha hecho de todo un poco y Eduardo Hidalgo (Editorial Qualea) Y es que en Torrelavega la cultura siempre ha estado muy presente: Escritores,  músicos, actores, bailarines… En fin, la ciudad ha dado mucho arte, pero la mayoría, como es natural cuando no se piensa en cuidar a los suyos, hemos tenido que salir de allí e irnos a otras ciudades. Una nueva llamada y otras dos personas por ver: Cochi y Gemma, me despedí con intención de volver a verles esa noche, pero ya fue imposible, la conversación con ellos sobrepasó las cinco de la madrugada. De nuevo, una noche más, paseando por aquellas calles desiertas y dormidas, caminé hasta la casa de mis tíos.

El viernes era el día grande de la ciudad: La festividad de la Virgen Grande y tras dar un paseo por los alrededores, me encontraría con mi tía Asun, su hija Gema y la hija de ésta, conversé un rato con ellas en la plaza roja y de nuevo pasé otro rato con mis primos Alberto y Alfonso y mi tío José. Al ver que las puertas de la iglesia se abrían y salía la gente de la misa mayor, decidí hacer una visita a la Patrona, tras quedar vacío el interior. Allí estuve un rato, un rato con ella, sin nada más, pues como bien sabéis muchos de vosotros, la Iglesia y yo, estamos reñidos, por tantos escarnios que ésta ha hecho, pero eso no ha mermado nunca mi fe en aquellos en quien sigo creyendo.

Mi amigo José me llamó para quedar a comer y junto a su sobrina Lucía, tomamos un aperitivo y luego me llevaron a un restaurante de cuyo nombre no me acuerdo, pero que se comía de fábula. Cuantas vivencias he tenido con mi amigo José Cano, aunque a él lo vi el pasado año en Madrid, siempre tenemos de que hablar. Luego me llevaron a ver a otra gran amiga Luci, la hermana y con la que estudié diseño de moda en los años comunes en Torrelavega. Me encantó verla y conversar hasta que llegó la hora de la cena y junto a su marido, su hija y la madre de ambos, disfrutamos de una cena calurosa en palabras, risas y amistad, que nunca se pierde aunque pasen los años.

Tras llegar a casa, decidí no salir, y por el contrario compartir unas horas con mis tíos, lo que me llevó hasta el descanso. Tanta humedad y el no parar de un lado a otro, me provocaban cierto dolor en la zona operada.

El sábado lo dediqué junto a mi tío Víctor, a revisar mi piso y la buhardilla, para saber lo que servía y lo que había que tirar antes de comenzar con los arreglos de la misma.  Ya entrada la tarde, me volvió a llamar de nuevo José Cano, para dar un paseo por la zona de vinos y recuperar otro sabor, esta vez de una bebida muy típica de un bar en concreto: La Claraboya, y la bebida en cuestión “Zurracapote” licor dulce cuya composición la mantienen en secreto, pero que entre sus ingredientes se detecta el sabor a canela. La tarde nos llevó a la noche y paseando entre las barracas, nos dirigimos a las casetas donde los mejores restaurantes ofrecían su variación en tapas. Cena, paseo, encuentros y a la cama, que el domingo, muy temprano regresaba a Madrid.
Como el domingo no podría ver uno de los actos más típico y de interés turístico, como son las carrozas, saque una foto a las que esperaban ya montadas para el desfile al día siguiente.

Aquí termina el circuito que esta semana me ha mantenido entretenido en Torrelavega y donde desde aquí doy las gracias a cuantos me he encontrado y se han sentido, al igual que yo, felices por el encuentro, más o menos duradero. Mil gracias a mis tíos, que aunque Merce siempre me echa la bronca que no la de la gracias, lo hago porque se portan conmigo de maravilla, y además, si hablaba de olores y sabores en el título de estos post, nada como abrir la puerta de la casa y ser invadido por esos olores a comida de la tierra y casera. Creo que he engordado, que no me viene nada mal.  Ya sabéis que os quiero.

Espero y deseo que estas dos entradas, hayan sido entretenidas para todos vosotros.

 

lunes, 18 de agosto de 2014

DE OLORES, SABORES Y RECUERDOS (PRIMERA PARTE)


No, no me he olvidado. Sé que como lunes debería publicar una de esas noticias sorprendentes, pero esta vez, permitidme que varíe el día y hoy lunes y mañana martes, los dedique a mi viaje, visita, reencuentro, como queráis llamarlo, a mi tierra cántabra y concretamente a Torrelavega, mi ciudad natal.
 
Como reza el título, así se podría señalar a los siete días pasados en Torrelavega, la ciudad que me vio nacer. Olores  y sabores olvidados y deseosos de recuperar,  y recuerdos en encuentros con gentes que en algunas ocasiones hacía casi 30 años que no veía, como es la gente del Poblado y a otros unos 9, los que llevo sin regresar a Torrelavega, pues los 3 días que estuve en enero, fueron frenéticos para organizar temas y papeleos y no pude ver a nadie.

Como he dicho a algunas personas con la que he estado, es como si hubiera vuelto para hacer las paces con la ciudad, y ninguna fecha más adecuada que las tradicionales fiestas patronales de la Virgen Grande.

La llegada fue calurosa y soleada, pero este tiempo fue tan solo un saludo, pues los días restantes, la región se mostró con sus cambios habituales, sus olores a humedad ambiental, sus nubes plomizas, la lluvia que te sorprendía a cada momento, cuando menos te lo esperabas y el frescor. Mis paisanos lo llaman así: frescor, yo lo llamo: frío. Camisa de manga larga y hasta  chaqueta algunos días, y seguía teniendo frío, en agosto, pero eso es lo que hace que esta hermosa tierra cántabra, sea tan mágica en cuanto a naturaleza se refiere.

Mi tío Víctor me fue a recoger y enseguida ya en casa con mi tía Merce que siempre me recibe con los brazos abiertos, comenzamos a hablar como si nos hubiéramos visto el día anterior. Os quiero a los dos y por supuesto a mis primos: Beny y Luis, y a sus respectivas parejas: Jana y Bea. No pude conseguir ver a mi primo segundo, que no quiere salir ni a tiros de la barriguita de su madre, Bea, por más que se lo pedí. El domingo terminó con un paseo en solitario por toda la ciudad, desde la Inmobiliaria hasta el Zapatón, donde estaban instalados los puestos de las fiestas, y tras comprar unos churros calentitos, regresé a casa (El primer sabor que volvía a recuperar mi paladar, pues los churros de mi tierra, aunque se parecen mucho en el sabor, tienen algo distinto)

El lunes se despertó soleado y algo cálido, que cambiaría a medida que pasaban las horas, a fresquito. Entre los que me encontré por la calle fueron: Lali y Miguel (un amigo de entonces con su madre) breve encuentro pero emotivo, luego otros vecinos de la ciudad y tras la comida, la tarde del lunes se cargó de nostalgia. Había quedado con la gente del Poblado SNIACE, donde habité desde los primeros meses de vida hasta los 24 años. El encuentro fue en el Bar la Principal y solo me queda dar las gracias una vez más a todos ellos, por sus palabras, sus sonrisas, sus momentos entrañables que en aquellas horas se me pasaron como minutos (Seguimos en contacto por Facebook)
Nada más volver a Torrelavega una llamada al móvil y Vicente Macho, otro amigo de aquellos tiempos pasados, me llamaba para hacerme regresar a un ayer detenido en el espacio tiempo, en toda la extensión de la palabra. Recorrimos callejuelas del Poblado (Colonia Santo Domingo), me senté frente a la casa donde viví durante 24 años (La primera foto), donde tantas tardes las pasaba mirando hacia el monte y pensando en mil cosas. Me llevó hasta vecinos e incluso compañeros de estudios de la EGB; con sinceridad y así se lo hice saber a algunos de ellos, me costaba recordarles, pues en mi mente estaban presentes tal y como cuando me fui.
Pocos cambios en aquella zona, donde parece que el tiempo se ha detenido mientras que sus habitantes siguen tranquilos viviendo sus vidas, sin demasiados altibajos, salvo los que el destino les tiene preparados. Sentados en bancos charlando amigablemente, a través de las ventanas, en la puerta de las casas, en los bares donde comparten sus momentos y donde muchos, seguramente, muchos de ellos, añoran los años en que la Fábrica de la SNIACE cubría sus necesidades con el trabajo que ellos realizaban. Ahora, esta fábrica ha cerrado sus puertas y esa situación se nota en la tristeza de la propia ciudad, que agoniza si no se pone remedio a ello. Comercios vacíos, locales en alquiler y venta… Pero estos días se olvida un poco, porque la Patrona, La Virgen Grande les observa y tal vez, muchas súplicas han sido destinadas a ella, para que todo cambie.

El martes estuvo marcado por el reencuentro con una gran amiga, además de haber sido mi profesora cuando estudié Diseño de Moda en los primeros cursos en Torrelavega. Josefína Solórzano. Había perdido su teléfono, pero recordaba su dirección, y la sorpresa que la di fue absoluta. Estuvimos hablando más del presente que del pasado, aunque está claro que éste aparecía de vez en cuando, al igual que cuando llegó su Marido, Poli. No sé bien a quien sorprendí más. Ahora sí, vuelvo a tener el teléfono de contacto, porque para mí, son dos personas muy importantes, de esas que uno dice que forman parte de la familia que se labra en el día a día, y donde la sangre no importa, sino los momentos vividos con ellos. Por la tarde las cervecitas con Novel Sámano y visita a la fachada del Instituto Marqués de Santillana, donde tantos buenos tiempos vivimos junto a otros amigos que no pudieron estar presentes físicamente, pero si en el recuerdo y las palabras.

El miércoles tuve que ir a Santander a arreglar un asunto familiar y me llevé la sorpresa de la llamada de Regino Mateo, uno de esos hombres cultos, amante de todas las artes, crítico musical, aficionado al buen cine y poeta. Queda claro, que conversar con él fue todo un privilegio y un honor, además de conocernos en persona, después de un largo tiempo a través de la red Facebook.

Decidí caminar desde Puerto Chico a la estación de Bus para disfrutar de la ciudad de Santander y deteniéndome en una pastelería, recuperé otro de aquellos sabores de infancia, La Bomba, como así se llamaban. Un bollo frito relleno de crema. Que delicia.

El regreso a Torrelavega para almorzar y volver a tomarme unas cañas con Novel y esta vez acompañado de Eduardo Hidalgo (Uno de los componentes de la Editorial Qualea) Hablamos de todo, música, literatura y todo aquello que nos traía recuerdos, despertando las sonrisas.
La noche me llevó hasta la Ciudad Vergel, donde por fin pude conocer a mi querida sobrina - Nieta. Una preciosidad de niña y junto a sus padres, mi sobrina Verónica y su marido, estuvimos cenando y pasando una noche muy agradable, hasta pasadas las doce de la noche. Llovió y mi sobrino me llevó hasta el centro, donde había quedado con otros viejos conocidos de estudios del Instituto: Javier y Yoli. Que buen final de noche con ellos, y con Novel, que este siempre se apunta a un bombardeo.
Muchos recuerdos en estos días, que continuaré mañana para no hacerlo demasiado largo y pesado. Pero me apetecía dejarlo aquí como ese recuerdo imborrable e imperecedero.