El jueves se despertó soleado,
¿cuánto duró?, ya no me hacía esa pregunta. Si se nublaba, otro día que no
pisaría la playa, como así sucedió, pero no nos adelantemos en los
acontecimientos.
El día anterior, ¿cuándo? No lo
sé En realidad ahora no sé cómo fui capaz de ver a tanta gente en tan solo unos
días, y conversar con todos ellos. Pues como os decía, el día anterior quedé
con otra gran amiga: Ramona. Con ella la friolera de tiempo sin vernos rondaba
entre los 12 y 14 años. Eso sí, la condenada de ella, está igual de guapa,
igual de simpática e igual de coqueta. Otra gran superviviente de la sociedad.
Lo que ha luchado esta mujer, pero ahora, ahora el destino está siendo generoso
con ella y espero que así sea para siempre, junto a su marido José y sus dos
hijas, además del resto de la familia. Tras acompañarla a unas compras, nos
tomamos un café y charlamos hasta que el tiempo nos obligó a separarnos y
desearnos no tardar tanto tiempo en volver a vernos.
Creo que fue ese día cuando vi a
Ana Rosa, que también llevaba la cifra de unos 15 años sin vernos, la pena que
luego ya no tuve la oportunidad de conocer a mi otra sobrina, Sherezade. Queda
pendiente para la próxima ocasión, y será la primera en ver.
Yendo hacia casa de Miguel y
Coral, donde comería y felicitaría a uno de sus hijos, pues era su cumpleaños
(Edgar), me encontré con mis primos Alberto y Alfonso acompañados de su padre,
mi tío José, conversaría durante un rato en aquella terraza de la plaza roja.
Tras salir de casa de Miguel y
Coral, con intención de ir a descansar un poco a donde mis tíos: Merce y
Víctor, donde me he quedado, me llamó Javier Fonfría. Años también sin vernos y
aquí hablamos del pasado, del presente, del futuro y porque no teníamos más
tiempo. ¡Santa Madre de Dios! todo lo que pudimos conversar en aquellas horas
de la tarde hasta llegar la noche y llevarme a la puerta del portal, en el
coche. Entre conversaciones recorrimos una pequeña parte de Cantabria. Otra vez
me quedé con el deseo de ver a Jorge, su hijo y a quien cuidé de pequeño.
Siempre me acuerdo de él y al que tengo muchas ganas de pegar un abrazo, al
igual que a Gema Acereda, que por trabajo le fue imposible desplazarse.
Cené tranquilamente y no tenía
pensamiento de salir, pues la verdad me encontraba cansado con tanto ir y
venir, pero de nuevo me llamó Novel que había otras personas que me querían
ver, y allá que me fui al Ave Turuta (Un bar, que aunque ha cambiado de
ubicación, siguen regentando los mismos dueños de siempre y con el mismo
ambiente bohemio que le caracteriza. También fue una sorpresa para ellos, mi
presencia) Allí estaban Francisco Guazo (Chisco) músico al igual que Novel,
Pedro Bárcena, el hombre que ha hecho de todo un poco y Eduardo Hidalgo
(Editorial Qualea) Y es que en Torrelavega la cultura siempre ha estado muy
presente: Escritores, músicos, actores,
bailarines… En fin, la ciudad ha dado mucho arte, pero la mayoría, como es
natural cuando no se piensa en cuidar a los suyos, hemos tenido que salir de
allí e irnos a otras ciudades. Una nueva llamada y otras dos personas por ver:
Cochi y Gemma, me despedí con intención de volver a verles esa noche, pero ya
fue imposible, la conversación con ellos sobrepasó las cinco de la madrugada.
De nuevo, una noche más, paseando por aquellas calles desiertas y dormidas,
caminé hasta la casa de mis tíos.
El viernes era el día grande de
la ciudad: La festividad de la Virgen Grande y tras dar un paseo por los
alrededores, me encontraría con mi tía Asun, su hija Gema y la hija de ésta,
conversé un rato con ellas en la plaza roja y de nuevo pasé otro rato con mis
primos Alberto y Alfonso y mi tío José. Al ver que las puertas de la iglesia se
abrían y salía la gente de la misa mayor, decidí hacer una visita a la Patrona,
tras quedar vacío el interior. Allí estuve un rato, un rato con ella, sin nada
más, pues como bien sabéis muchos de vosotros, la Iglesia y yo, estamos
reñidos, por tantos escarnios que ésta ha hecho, pero eso no ha mermado nunca
mi fe en aquellos en quien sigo creyendo.
Mi amigo José me llamó para quedar
a comer y junto a su sobrina Lucía, tomamos un aperitivo y luego me llevaron a
un restaurante de cuyo nombre no me acuerdo, pero que se comía de fábula.
Cuantas vivencias he tenido con mi amigo José Cano, aunque a él lo vi el pasado
año en Madrid, siempre tenemos de que hablar. Luego me llevaron a ver a otra
gran amiga Luci, la hermana y con la que estudié diseño de moda en los años
comunes en Torrelavega. Me encantó verla y conversar hasta que llegó la hora de
la cena y junto a su marido, su hija y la madre de ambos, disfrutamos de una
cena calurosa en palabras, risas y amistad, que nunca se pierde aunque pasen
los años.
Tras llegar a casa, decidí no
salir, y por el contrario compartir unas horas con mis tíos, lo que me llevó
hasta el descanso. Tanta humedad y el no parar de un lado a otro, me provocaban
cierto dolor en la zona operada.
El sábado lo dediqué junto a mi
tío Víctor, a revisar mi piso y la buhardilla, para saber lo que servía y lo
que había que tirar antes de comenzar con los arreglos de la misma. Ya entrada la tarde, me volvió a llamar de
nuevo José Cano, para dar un paseo por la zona de vinos y recuperar otro sabor,
esta vez de una bebida muy típica de un bar en concreto: La Claraboya, y la
bebida en cuestión “Zurracapote” licor dulce cuya composición la mantienen en
secreto, pero que entre sus ingredientes se detecta el sabor a canela. La tarde
nos llevó a la noche y paseando entre las barracas, nos dirigimos a las casetas
donde los mejores restaurantes ofrecían su variación en tapas. Cena, paseo,
encuentros y a la cama, que el domingo, muy temprano regresaba a Madrid.
Como el domingo no podría ver uno de los actos más típico y de interés turístico, como son las carrozas, saque una foto a las que esperaban ya montadas para el desfile al día siguiente.
Aquí termina el circuito que esta
semana me ha mantenido entretenido en Torrelavega y donde desde aquí doy las
gracias a cuantos me he encontrado y se han sentido, al igual que yo, felices
por el encuentro, más o menos duradero. Mil gracias a mis tíos, que aunque
Merce siempre me echa la bronca que no la de la gracias, lo hago porque se
portan conmigo de maravilla, y además, si hablaba de olores y sabores en el título de estos post, nada como abrir la puerta de la casa y ser invadido por esos olores a comida de la tierra y casera. Creo que he engordado, que no me viene nada mal. Ya sabéis que os quiero.
Espero y deseo que estas dos
entradas, hayan sido entretenidas para todos vosotros.