La
película comienza con una voz en off donde nos relata el nacimiento de estos
seres amarillos y su paso por nuestro planeta, pues ellos han vivido entre
nosotros desde el principio de los tiempos en busca del villano más malo, lo
curioso es que cuando lo encuentran y están un periodo de tiempo a su servicio,
de una manera u otra, lo eliminan sin ellos quererlo. Pero es que los Minions
si tienen algo es que no piensan, se dejan llevar por impulsos, provocando
situaciones disparatadas. Tras aislarse del mundo, frustrados por caer una y
otra vez en el mismo error y terminar aburridos como ostras, un Minions llamado
Kevin idea un plan para encontrar al nuevo villano al que servir. A Kevin se le
unirá el rebelde adolescente Stuart (divertidísimo) y Bob (adorable y
encantador, que lleva como compañía a su osito de peluche) A partir de aquí y
ya de nuevo en contacto con la civilización, nuestros adorables personajes
harán de las suyas una y otra vez.
Los
Minions son: osados, irreverentes, divertidos, juguetones, alocados, sencillos,
naturales, ingenuos… Y es así como les queremos, al menos los que nos hemos
convertido, sin ellos pretenderlo, en sus fans número uno.
Recordemos
que los espectadores los descubrieron con “Gru, mi villano favorito” y que
siendo los personajes secundarios, supieron atrapar a millones de espectadores
con sus locuras y extravagancias, pero sobre todo por el buen sentido del humor
que despertaban, un humor blanco con un toque ácido. El compañerismo y la
complicidad entre ellos será otra de sus virtudes. Son un grupo, se protegen y nadie destaca
sobre otro. Tal vez, sin quererlo, es lo que nos gusta de ellos, lo que
nosotros como humanos hemos olvidado y añoramos de una manera u otra. El sentir
que alguien está ahí para protegernos y que todos formamos la unidad. Ellos representan lo que hoy tanto se dice y
se desea: Buen rollo.
Durante
el transcurso de la película nos ofrecerán retazos de nuestra propia historia,
unas veces con un orden cronológico y otras veces sin control, pero casi siempre
con una ironía tan sutil que nos hace reír y hasta pensar. Un ejemplo, el
momentazo histórico que supuso el pisar el hombre la luna.
En
su viaje encontrarán a una nueva villana que tiene el sueño de poseer la corona
de la Reina Isabel y para ello se trasladan a Inglaterra. Kevin, Stuart y Bob
entrarán en un bucle de situaciones que en ocasiones rozará el surrealismo o el
absurdo, pero sea como sea, reímos, algunas veces a carcajadas y nos hacen
olvidar incluso, que son dibus y no seres humanos.
El
guionista, que no sé si está más loco que los propios Minions, no se ha olvidado
de nada y nos incluye un divertidísimo
número musical que el grupo, mientras esperan a sus compañeros, dedican a los
Yetis, creyendo ver en ellos sus nuevos amos malos.
Ya
me atraían estos pequeños seres, pero es que ahora, tras ver la película, les
amo, sí, lo digo con la boca grande. Adoro sus travesuras, sus locuras, sus
formas de salir de las situaciones ilógicas, de cómo luchan por sobrevivir sin
pararse a meditar, de dejarse llevar e intuir que es lo correcto para su
supervivencia. Los Minions son esas criaturas adorables, que aunque conocen la
tristeza y la muestran, pronto se les pasa, porque ante todo, son positivos y
no se aminoran ante las adversidades.
NOTA: Que nadie se mueva de la butaca hasta que terminen los títulos de crédito. No digo más.
NOTA: Que nadie se mueva de la butaca hasta que terminen los títulos de crédito. No digo más.
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