Desde hace tiempo deseaba escribir esta reseña, pero me
daba tanta pereza como lo hace hoy en día, la insufrible publicidad de la
televisión.
Comprendo que las diversas cadenas que tenemos, vivan de la
publicidad, pero no que los telespectadores tengamos que vivir con ella; y es
lo que parece que la mayoría buscan conseguir. Pues no señores, conmigo no lo
van a lograr nunca y por si no lo han leído bien, lo repito: NUNCA.
Comprendo como he dicho, que la publicidad sea importante
para el mantenimiento de un programa, una película o incluso de la emisión de
basura infumable, pero si lo hacen, háganlo con decencia y lógica.
¿De verdad las cadenas
de televisión creen que los telespectadores ven todos los anuncios? ¿De verdad
las casas publicitarias creen que los telespectadores ven todas sus campañas? Se lo diré en una
palabra: NO
No, porque la falta de ética profesional y respeto por el telespectador
ha logrado que nosotros, desde nuestros sofás, sillas o sillones, nos
levantemos y hagamos otras cosas mejores que tragarnos cada 10 o 15 minutos de
un programa determinado, 15 o más de publicidad. Es televisivamente, inmoral. Incluso
es habitual que a los 5 minutos del comienzo o final de una película, meter un
corte a saco.
Así que aprovechamos para ir a la cocina y prepararnos algo
de comer, hablar con nuestra familia, ir a comprar el pan, sacar la basura o al perro que haga su pipí, leer una noticia en el periódico o chatear en
internet, ducharnos, cepillarnos los dientes… además de todo eso y más, en ocasiones
cuando me quedo sentado, lo que yo hago desde hace años es: CAMBIAR DE CADENA.
Sí, me da igual lo que la otra cadena ponga, me importa un carajo si vuelvo al
programa ya comenzado. CAMBIO DE CANAL y no me veo obligado a soportar esa
tortura de minutos de publicidad. Porque ya no se ven programas, ya no se ven
documentales, ya no se ven películas; se ve publicidad y de vez en cuando nos
honran con un ratito miserable de programa, documental o película.
Lo de
menos es lo que se emite, lo importante es que salgan todas las horas de
publicidad contratadas al día.
EL MEJOR COMPAÑERO PARA NO SUFRIR LOS INTERMINABLES ANUNCIOS |
¿Sabéis lo que he descubierto en ocasiones? Que entre un
corte publicitario y otro, veo un programa
casi entero de otra cadena e incluso me quedo en ese canal, porque al final me
interesa mucho más, que lo que estaba viendo.
No tienen
ustedes medida lógica, para emitir publicidad.
Ha llegado el punto
de descaro a tal grado, que en muchos programas comen durante el mismo,
para anunciar determinado producto. Se tumban con total falta de respeto, sobre
colchones. Lucen relojes, bolsos, etc., antes de irse a publicidad o al volver
de la misma. En las series vemos productos que luego están en las estanterías
de los supermercados. ¿Son ustedes conscientes que tal abuso lo único que
ocasiona en nuestras mentes, es aborrecer cada uno de esos productos, o
burlarnos de ellos? Les aseguro que existen productos que sólo por el exceso de
publicidad, no los compraría jamás.
No me
gusta que me obliguen a nada y mucho menos que me lo metan por los ojos. Compro
lo que yo quiero.
A los telespectadores que aún no lo hacen,
les invito a que tengan cerca ese mando a distancia y no permitan que un solo
anuncio de publicidad, pase por sus retinas. Entre todos podremos lograr que se
nos respete como telespectadores y no jueguen con nosotros, más de lo que ya lo
intentan.
La
televisión nació para entretener, no para sufrir los cientos de anuncios
emitidos.
A las cadenas de
televisión comentarles, que si tienen vergüenza, si la tienen de verdad, se den
cuenta que además de repetirnos hasta la saciedad las películas o los
programas, nos intentan hacer comulgar con rueda de molino, con horas de
publicidad, por muy legalizado y regulado esté.
EL PROBLEMA NO ES ENVEJECER, SINO OLVIDARTE POR DONDE IBA EL PROGRAMA |
Que si tuvieran vergüenza, si la tienen de verdad, no
harían cada 10 minutos corte a sus programas propios, para bombardearnos con
otros 10 o más de publicidad. ¡Aburren señores, aburren hasta la saciedad! Hasta
el punto de pasar olímpicamente de sus interminables programas que lo que
aportan, se contaría en la mitad de tiempo.
Y a las Empresa y Publicistas, que se sienten a
meditar y controlar lo que de verdad están haciendo con sus productos, donde la
mayoría de las veces, nosotros, sus futuros compradores, pasamos de ver su
campaña publicitaría, que les ha costado un dineral, por el abuso diario que tenemos que soportar.
Les venden los patrocinios o anuncios en aquellos programas
de máxima audiencia. ¿Han medido ustedes, señores publicistas la audiencia
entre corte y corte publicitario? Se sorprenderían que ese programa de máxima
audiencia, deja de serlo, hasta que vuelve a comenzar de nuevo. Hagan ustedes
encuestas en la calle, pero como encuestadores anónimos y verán las respuestas
que les dan.
Termino diciendo que a mí me da igual el programa que
esté viendo, lo que no voy a volver a
tolerar en mi vida, hasta que no exista un respeto al telespectador, un control
real sobre la publicidad, algo que no está sucediendo hoy en día, es ver un solo anuncio publicitario.
Los únicos que se benefician de todo ello, son las cadenas
de televisión; los más perjudicados ustedes, señores empresarios, junto con los
telespectadores.
No es
sano, para
mente humana, sufrir la tortura de
tantas horas de publicidad.
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