CAPÍTULO I
LA
NOTICIA NO DESEADA
Siempre he tenido problemas con mi oído derecho, sí, no me he confundido, sé que ayer os
hablé de un problema en el pulmón derecho, dejad que os explique, por eso he
dicho que comenzaré por el principio. En parte, todo esto parece una locura, pero seguro que tiene su motivo de ser, aunque a estas alturas esté agotado de tantas pruebas y haber pasado por tantos aparatos distintos. Al final, algún día escribiré una novela con telón de fondo de un hospital.
Bien, como os decía, desde niño he sufrido con mi oído derecho, hace unos tres años comencé a sentir unos ligeros pitidos en dicho oído, y ya cuando consideré que eran muy molestos, pues me impedían dormir, decidí ir al médico, me envió al especialista y tras algunas pruebas, una en concreto (La Resonancia) descubrieron que tenía un pequeño tumor benigno entre el tímpano y el equilibrio. Muy pequeño: 0,5mm por lo tanto nada de importancia, pero desde ese momento, se realizaría un seguimiento anual.
Bien, como os decía, desde niño he sufrido con mi oído derecho, hace unos tres años comencé a sentir unos ligeros pitidos en dicho oído, y ya cuando consideré que eran muy molestos, pues me impedían dormir, decidí ir al médico, me envió al especialista y tras algunas pruebas, una en concreto (La Resonancia) descubrieron que tenía un pequeño tumor benigno entre el tímpano y el equilibrio. Muy pequeño: 0,5mm por lo tanto nada de importancia, pero desde ese momento, se realizaría un seguimiento anual.
Año tras año, con mi hoja de cita, acudía a la Fundación Jiménez Díaz,
la cual me pertenece por zona y pronto me familiaricé con una parte del personal y de los equipos, lugar donde me siento
totalmente seguro y lo más cómodo que uno se puede encontrar. En
definitiva, sólo puedo hablar bien de la FJD, pues el trato es exquisito.
Este año pasado, el 2013, muchos sabéis que no fue precisamente
un buen año para mí, sino todo lo contrario, ya que en Julio comenzó la caída cuando
me despidieron del trabajo, y era normal que se tendría que despedir tocando
las narices y así sucedió. A mediados de
diciembre y tras pasar las pruebas y acudir a la última cita con el Otorrino,
sorpresa, el tumorcito había crecido de 0,5 mm a 0,8 mm y aunque es aún pequeño,
por la zona en que está situado y por si seguía creciendo, el Otorrino me
recomendaba operarme. Le dije que sí, por supuesto. La salud es lo más importante.
Y comenzaron las pruebas de preparación a la operación.
Una nueva resonancia, análisis de sangre, electro cardiograma y
placas de tórax, y al pasar por la consulta de la anestesista una nueva
sorpresa me deparaba, como no, no me iba a librar del final de año. Visionando con todo detalle las radiografías, la
especialista se fija con detenimiento y me dice:
- Veo aquí una especie de sombra que
no sé qué puede ser. No me gusta nada, así que con tu permiso voy a pedir una prueba para que me
confirme que es, antes de la operación.
Mi pregunta fue entonces si podía
ser bueno o malo. Ella simplemente me sonrió y me respondió que para eso
solicitaba la prueba.
A los pocos días, me llaman para
realizar nuevas pruebas, entre las que se encuentran unas radiografías de alta
resolución y un Tac. Este Tac, se llevó a cabo el día 4 de Enero. Como os podéis
fijar, por las fechas, todo con la máxima celeridad posible, algo que siempre
agradeceré. Incluso algunos días tenía dos o tres pruebas bien medidas en el
tiempo, y en unas fechas problemáticas para muchas cuestiones, las navidades.
Nunca olvidaré ese cuatro de Enero
por muchas razones, pero todo eso os lo comentaré mañana, en el próximo capítulo.
Un fuerte abrazo.