Esta noticia fue
publicada por la agencia EFE el 4 de agosto de 2006. Los hechos ocurrieron en
el estado de Lowa (Estados Unidos) en los servicios públicos de un centro
comercial.
Una de esas
bromas, que al final resultan muy pesadas, fue provocada por unos desconocidos
que untaron sobre uno de los retretes un combinado adhesivo muy fuerte. Este
producto contenía cemento, que según los bomberos de la localidad de Council
Bluffs es mucho más potente que el pegamento, esas fueron sus declaraciones a
la televisión “KETV”.
El caso es que a
una mujer de 53 años le dio el apretón y el azar la llevó al retrete que
contenía la broma, y muy fuertes
debieron de ser las ganas, porque la mujer ni miró, ni limpió la taza; se sentó
tal cual lo hiciera en su casa, y la sorpresa se la llevó cuando intentó
levantarte y sus posaderas no
respondieron a la orden. Estaban bien asentadas al retrete.
Sobre lo
sucedido dentro de aquel habitáculo, nada se ha dicho, pero me imagino que la
mujer comenzó a desesperarse, y no sin motivos. La situación no era agradable precisamente, y más sabiendo que no se podía llevar el retrete para
casa sin que nadie se diera cuenta, por lo que entiendo que gritó pidiendo ayuda. Seguramente
personal del centro comercial acudieron y tras una conversación, más o menos
corta a través de la puerta, llegaron a la conclusión de llamar a los servicios
médicos que se personaron inmediatamente para socorrer a la mujer. Tras mucho
pensar dieron con la única solución. ¡No, animales, no fue romper la taza del
váter!, usaron algo tan propio de una mujer como es el esmalte de uñas, aunque
tuvo sus consecuencia, pues sufrió determinada quemaduras que la obligaron a
ser trasladada de forma urgente al hospital del pueblo.
La mujer declaró
a la televisión local que había sentido mucha vergüenza en el rato que llevó el
despegarla del urinario, y que había sentido mucho dolor por las quemaduras
provocadas por el esmalte de uñas. Aunque muy complicado, esperaba que fueran
detenidos los autores de los hechos.
Bueno, está
claro que es una gran faena y que encontrarse en una situación así, tiene que
ser muy violenta, pero alma cándida, ¿cómo se te ocurre sentarse en un urinario
público cuando por él habrán pasado decenas de personas durante el día, y que
aunque se desinfecte cada determinado tiempo, las bacterias las tiene
aseguradas? Y no, no me vale como excusa que no lo pensaste dos veces porque era urgente. Primero, no se puede esperar a última hora y menos en esos casos, y segundo, ES UN VÁTER PÚBLICO.
Sufrió una
humillación, sufrió quemaduras, pero seguro que aprendió una valiosa lección,
no volverse a sentar en un urinario que no fuera el de su casa, y este consejo
es para todos.
Hasta la semana que viene.
Hasta la semana que viene.
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