Queridos Reyes Magos:
Es la primera vez que os escribo y lo hago porque he
cambiado de domicilio, mi nuevo papá me han dicho que en este país es la costumbre, porque de esa forma me podréis
traer aquello que os pida y este año… Este año quiero algo muy especial.
Aunque
mi papá me ha dicho que vosotros lo veis todo, os contaré un poco de mí. Me
llamo Samir y tengo seis años. Llegué hace unos meses a España. He sido
adoptado por un matrimonio que no tenía hijos y que parecen muy buenos, al
menos a mí me tratan muy bien. Son muy cariñosos. Mi nueva mamá , que se llama Marta, está pendiente de que nada me falte y mi nuevo papá, que se llama
Alejandro, todo el día está jugando conmigo, cuando llego del colegio.
Soy muy buen estudiante, ya lo era en mi país y en el campo
de refugiados me enseñaron a leer y escribir en español, ya que este país sería
mi destino. Aún no conozco todas las palabras, pero cuando dudo alguna, se lo
pregunto a mi papá o a mi mamá, porque en el colegio no me gusta molestar, la
profe es muy amable, pero somos muchos niños y algunos no paran de gritar y
llorar.
No me gusta ver a la gente gritar y llorar, se sufre mucho
con ello y… Yo he visto mucho dolor en
mi país con la guerra y aunque en el campo de refugiados nos cuidaban, no
podían hacer más por nosotros, aquello era desolador, desde la mañana a la
noche.
Os contaré un
secreto, desde que mis papás murieron y me quedé sólo, no he dejado de llorar ninguna noche, si,
todavía lo hago, porque tengo terribles pesadillas. Procuro que mis nuevos
papás no se den cuenta. Me levanto todos los días intentando sonreír y lo
primero que hago es darles un gran beso y abrazo. El beso y el abrazo son
reales, les quiero porque me cuidan e intentan que sea un niño feliz, pero si
vosotros lo veis todo, sabéis que no es así. Por dentro hay algo que no me deja
ser feliz de verdad.
No entiendo por qué existen las guerras. No puedo
comprender por qué los hombres se matan los unos a los otros. Nadie me ha
explicado por qué he tenido que abandonar mi país y por qué está siendo
destruido día a día. ¿Por qué? Han muerto muchos papás y mamás, junto a amigos míos.
Esas son mis pesadillas y en ella veo monstruos de metal
echando fuego por la boca. Las casas
caer sobre las aceras y carreteras aplastando todo lo que se encuentran
a su paso. Veo a gente corriendo, llorando, gritando y en el camino sangre y
personas que no se levanta del suelo. “Están muertos… Ven al refugio” Me
gritó un hombre la primera vez que me agaché para ayudar a que se levantara una mujer. Mis manos se mancharon de sangre y
me desmayé.
Pero no me quiero poner triste y no quiero que vosotros lo
estéis, os cuento todo esto porque aunque sé que vosotros no podéis traer la
paz, tal vez sí conozcáis alguna máquina especial para que no vuelva a tener
pesadillas. No quiero irme cada noche a la cama y al cerrar los ojos volver a
sentir todo aquel dolor. Duele mucho, queridos reyes magos, y quiero ser como
los demás niños, como todos los que van a mi colegio, que juegan, ríen, se
divierten… Yo lo intento, pero algo en mi cabeza no me deja ser como ellos.
-¿Qué haces Samir?
- Estoy escribiendo la carta a los reyes, como me
aconsejaste.
- ¿Ya has pedido todos los regalos?
- Lo estaba haciendo ahora, voy a pedir uno para mí y…
- ¡¿Uno?! ¿Me dejas leer la carta?
- Claro, eres mi papá.
- Lo soy, cachorro, lo soy.
Alejandro le acarició el cabello y tomó entre sus manos el
folio, leyó la letra infantil de su hijo y una lágrima asomó en su rostro,
intentó disimularla, pero Samir se dio cuenta de ello.
- ¿He hecho algo malo? – Preguntó con la voz entrecortada.
- No hijo no, no has hecho nada malo, todo lo contrario,
eres un niño maravilloso; el mejor hijo que nunca pensamos tener tu madre y yo.
Pero… Nos tenías que haber hablado de tus pesadillas, no es bueno que las
tengas…
- Por eso les he pedido esa máquina, seguro que ellos
tienen alguna. Si son mágicos, ellos…
- Ven aquí – suspiró su padre.
Le tomó de la mano y llamó a su mujer. Alejandro les mandó
sentarse en el sofá: a un lado Marta, en el centro Samir y al otro lado él.
Alejandro entregó la carta a Marta y como era de esperar, ésta se emocionó.
- Hijo. ¿Por qué no nos has contado nada?
- Hijo. ¿Por qué no nos has contado nada?
- La pregunta ahora no es importante cariño – Intervino
Alejandro – Te he llamado porque estoy seguro que vas a estar de acuerdo en lo
que le voy a comentar a nuestro hijo, y quiero que siempre que algo nos haga
sufrir, lo hablemos entre los tres. Somos una familia – Miró a Samir – Sí hijo,
en nuestras vidas faltabas tú, para completar esta familia.
Estos días, junto a nosotros, has visto las luces de
colores, escuchado los villancicos, adornadas las casas y los comercios. Estos
días has escuchado a niños gritar de emoción y reír de felicidad. Estos días
agarrado de nuestras manos, te ha visto rodeado de cientos de familias yendo al
cine o a lugares de entretenimiento, donde todos se podían divertir. Estos
días, querido hijo, has conocido al resto de la familia, a los abuelos,
hermanos, tíos, primos tanto por parte de Marta, como por la mía. Estos días
son los que cada año, al finalizar Diciembre, nos unimos más que nunca en una
única familia, aunque soy de los que opino que deberíamos hacerlo más a menudo;
pero al menos, tenemos estos días, donde todos podemos soñar, conversar, reír,
cantar y ser felices. Y tú, mi querido hijo, no necesitas una máquina para
dejar de tener pesadillas, porque para eso estamos tu madre y yo, para darte
todo el amor que perdiste un día, para
jugar contigo, como el niño que eres; para que cada noche al acostarte tengas
sueños de niño, de un niño feliz.
Samir, tú madre y yo estamos orgullosos de ti, te queremos
como jamás pensamos querer a nadie y deseamos que sientas todo ese amor. Cuando
de verdad te des cuenta de ello, las pesadillas dejaran de existir. Sólo el
verdadero amor, lo puede todo.
De los ojos de Alejandro y de los de Marta, brotaron varias
lágrimas, Samir se quedó mirándoles muy seriamente, con un dedo de la mano
derecha tomó una lágrima del rostro de Marta y con otro de la mano izquierda
realizó la misma operación, en el rostro de Alejandro. Observó sus dedos, fijó su mirada en
aquellas gotas de agua salada.
- Son lágrimas de felicidad – Les miró a los dos y sonrió –
¿Sabéis una cosas?
- ¿El qué, hijo? – Preguntó su madre.
- Creo que no necesito escribir esa carta a Los Reyes, ya tengo
el mejor regalo del mundo: Sois vosotros.
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS Y UN VENTUROSO 2017
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