Tomasz Wasilewki en Estados Unidos del Amor, dirige un
drama con guion propio donde la mujer es la protagonista absoluta.
Es el año 1999, Polonia se abre al
capitalismo, con la caída del régimen comunista, provocándose cambios muy
importantes en una época de euforia, con un futuro aun poco alentador.
Cuatro mujeres entran en escena. Agata
(Julia Kijowska), no es feliz en su
matrimonio y se siente atraía por un cura. Renata (Dorota Kolak), es una mujer madura quien tiene deseos sexuales por
su vecina Marzena (Marta Nieradkiewicz),
una joven con el sueño de convertirse en modelo y la hermana de Marzena, Iza (Magdalena Cielecka), es la directora de
un colegio y tiene un affaire con el padre de uno de sus alumnos.
Historias entrecruzadas en un tiempo
con aires de libertad, conviviendo entre cintas de VHS, clases de aerobic, la
música de Whitney Houston y el sueño de expresar libremente sus deseos carnales
para lograr los amores imposibles, entre los propios insatisfechos.
Lo primero a percibir en este trabajo,
radica en la sinceridad y la naturalidad con la que se exponen las historias y
sus personajes se muestran ante la cámara. Tomasz Wasilewski no duda en
presentar un país que intenta respirar tras un tiempo de sufrimiento, en busca
de la identidad personal y los valores perdidos. Una realidad cotidiana de la
que nos hace partícipes hasta creer por momentos que subiremos las escaleras de
ese edificio en el cual viven algunos de los personajes y junto a ellos,
compartir sus carencias.
El reparto elegido con buen tino, nos
envolverá en un drama donde no busca la lágrima, sino el entendimiento de un
pasado de opresión, aquí presente en la
mujer, en el cual han perdido parte de una vida, siendo las silenciosas
sufridoras bajo el régimen totalitario en el que les ha tocado vivir.
Parco en diálogos. Rico en gestos,
miradas y silencios que dicen más que las palabras no mencionadas. Ejercicios
de interpretación escrupulosamente medidos en su espontaneidad, sinceridad y
franqueza.
La fotografía austera y dura de Oleg Mutu, navega entre calles, locales y edificios
carentes de todo adorno e interiores de edificios y domicilios fríos, ausentes
de la calidez humana y limitados en sus pertenencias, pues sus habitantes no
viven, intentan sobrevivir en un mundo creado desde la crueldad.
Una obra tan sobria que carece de
cualquier nota musical, reforzando ese ambiente que ya ha elegido con sumo
cuidado Wasilewski desde la primera imagen y elevando la claustrofobia, pues
bien sabemos que el ser humano no puede vivir sin música, pues la música eleva
los sentidos y alimenta al alma.
Una obra dura que debe ser visionada
desde la propia historia de un pueblo oprimido durante décadas, como otros
tantos, por un régimen donde al ser humano se le prohíbe expresar cualquier
estado de emoción, más allá de lo permitido. Te hace sentir incómodo, pero
extrañamente te atrapa hasta el término de la misma, en un final tan cortante,
como sorprendente es el arranque en su primera escena.
Recomendable para cinéfilos curtidos.
Mi nota es 7
REPARTO: Julia Kijowska, Magdalena
Cielecka, Dorota Kolak, Marta Nieradkiewicz, Andrzej Chyra.
PRODUCTORA: Coproducción Polonia –
Suecia.
DISTRIBUIDORA en
ESPAÑA: Golem Distribución
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