Sin amor
es el nuevo filme dirigido por el ruso Andrei
Zvyagintsev (Leviatán) en un guion compartido con Oleg Negin, con quien ya ha trabajado en otras de sus obras. Una cinta donde nos muestra, una vez más, un cruel reflejo de la sociedad, entre los valores cristiano ortodoxos.
Zhenya (Maryana Spivak) y su marido Boris (Aleksey Rozin) están en puertas del divorcio, nunca ha existido
amor por parte de Zhenya, ni por su marido, ni realmente por su hijo de 12
años, Alyosha (Matvey Novikov). Es
fría como el témpano, posesiva, arrogante y egocéntrica. Solo busca su bienestar.
El mundo debe girar siempre alrededor de ella, los demás son simples peones de
usar y tirar, aunque vaya de víctima.
Las discusiones en casa son cada vez
más fuertes y además de soportarlas su resignado marido, quien al igual que
ella tiene su propia pareja fuera del matrimonio, el peor parado, como suele suceder
en cualquier relación, es su hijo. Un niño cuya vida es el colegio, el
ordenador y su habitación, en la cual se refugia entre lágrimas al escuchar los
reproches y las broncas provocadas por su madre y los desprecios hacia su padre
y él mismo. Un día, tras la última pelea dialéctica entre sus progenitores, desaparece.
Ya en su título, “Sin amor”, se podría decir que estamos ante un auténtico
spoiler, pues toda la obra gira en torno a esa falta de amor, de entendimiento,
de dejadez, de abandono, de pérdida, de deseo de avanzar, de miedos a perder el trabajo, de
luchas internas personales y entre ellas, las de un país, Ucrania, sumido en sus
conflictos y todo, bajo la doble moral que encierra el cristianismo ortodoxo, en esa tierra.
Un reflejo de una sociedad dura y
realista. Fría como el propio paisaje que nos ofrece con gran maestría Mikhail Krichaman, en su fotografía,
donde la nieve no cesa y es vista desde numerosas perspectivas en maravillosos
encuadres, para reflejar el ambiente gélido que te encoge, como todo aquello
que Zvyagintsev desea transmitir a través de un magnífico guion, en el cual las diversas
capas están deseosas de ser descubiertas sin prisas, pero sin pausa; en frases de doble sentido,
en imágenes de doble ética, en silencios donde las palabras sobran, que
amparado en sus personajes, denuncia el abandono, la burocracia y hasta la
situación que se está viviendo en esa parte del continente.
Sociedad, familia y política, envueltos
en una sobrecogedora atmósfera, que por una parte, logran sus convincentes
actores, encarnando a unos personajes magníficamente interpretados. Destaco a la
fría, calculadora e implacable Zhenya, Maryana
Spivak. Al sumiso y trabajador con sueños de progreso Boris, Aleksey Rozin, y
al silencioso, sufrido y “victima” Alyosha, Matvey Novikov. Por si todo esto fuera poco,
Evgueni
Galperine, nos sumerge en su extraordinaria banda sonora.
Lo que queda evidente en esta pieza
cinematográfica, cuyo arranque y final
en ese bosque, entre la nieve y las frías aguas del río, cerrando una
historia con puertas forzosamente abiertas pues la vida continúa, es que el pasado
en ese país, parece no querer ser olvidado por algunos, que el
presente está secuestrado, abandonado y hasta perdido, mientras que el futuro incierto,
les da la espalda.
Película que recomiendo en su
visionado, para disfrutar y pensar.
Mi nota es: 8
ESTRENO en ESPAÑA: 26 de Enero.
REPARTO: Maryana Spivak, Aleksey
Rozin, Matvey Novikov, Marina Vasilyeva, Andris Keishs, Alexey Fateev.
PRODUCTORA: Arte France Cinéma/ Why Not Productions.
DISTRIBUIDORA
en ESPAÑA: Golem Distribución.
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