miércoles, 10 de mayo de 2023

BLANQUITA: CRÍTICA DE CINE

La coproducción entre Chile, México, Luxemburgo, Francia y Polonia, Blanquita, está dirigida y escrita por Fernando Guzzoni. “Las buenas mentiras se arman con verdades”.

La acción nos sitúa en el interior de un centro para menores, en el cual se desata una pelea entre los internos. Blanquita (Laura López) consigue frenar a uno de sus compañeros que está muy alterado, mientras que Manuel (Alejandro Goic), el sacerdote que regenta el hogar, les bronquea y les pide que lo ordenen todo.

Pasado este altercado conoceremos la historia de Blanquita que con tan solo 7 años sufrió abusos por parte de su padre, vivió en las calles y desde los 10 a los 14 años, estuvo en el centro del padre Manuel. Ahora vive con su hija pequeña Samai, fruto de su relación con Marco (Nicolás Durán) y colabora en dicho hogar realizando tareas domésticas. Alentada por el cura y a sus 18 años, se convierte en testigo clave de una importante red de pedofilia en la que están involucrados políticos e importantes empresarios.

El productor, guionista y director, Fernando Guzzoni, se graduó en periodismo por la Universidad Nacional Andrés Bello. Su primer trabajo para cine llegó con el documental “La Colorina” 2008 para debutar en el largometraje de ficción con “Carne de perro” 2012, a la que han seguido “Jesús” 2016 y  “Blanquita” 2022.

El filme está basado en una historia real. El caso Spiniak chileno ocurrido en el año 2003. Un proceso judicial por estupro, producción de material pornográfico y prostitución infantil; en el que Claudio Spiniak fue detenido por la policía a causa de su participación en redes de pederastia en Santiago de Chile. Spiniak fue condenado a reclusión durante 10 años en la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago. Un proceso en el que se vieron implicados tres senadores, que finalmente fueron absueltos.

Blanquita representa a todos los niños y niñas que han sufrido abusos a una edad temprana, malogrando con ello su correcto desarrollo entre los miedos, la oscuridad y en algunas ocasiones, llevarles a encerrarse en sus propias corazas, con el propósito de volverse “invisibles”, el deseo de dejar atrás los traumas originados por los daños físicos y psicológicos a los que fueron sometidos y en el peor de los casos activarse, conductas violentas. Un filme que transita entre el dolor, el abandono, la pobreza, la prostitución en la adolescencia, el maltrato, la manipulación, la intimidación o las drogas; males que generan y potencian el rencor, la venganza o la irritabilidad, que en ocasiones resultan difíciles de controlar, pues depende, en gran medida, de la psique de quien lo ha sufrido y de los tratamientos a los que deben someterse. En esta obra seremos testigos de ejemplos claros como el de Carlos, el chico que conocemos al principio de la narración, cuya rabia contenida e impotencia le llevan a destruir cuanto se pone a su alcance y en el polo opuesto, Blanquita, que se balancea entre la sumisión y la sed de justicia.

Esta adaptación libre, sobre los hechos reales ya comentados, nos muestra el  día a día al que se deben enfrentar estos jóvenes abandonados en una sociedad violenta que les repudia o sigue abusando de ellos. Nos ofrece diferentes puntos de vista a través de los cuales, las mentiras se filtran entre las verdades, escuchando comentarios como el que Manuel dispensa a Blanquita en una de sus charlas. “La buenas mentiras se arman con verdades. Es una manera distinta de decir la verdad, eso es todo” Una frase que forma parte del brillante, sutil e incisivo guion con el que Guzzoni invita al espectador a ejercer de abogado, fiscal y de paso, juez, entre los testimonios y las imágenes esclarecedoras. Jóvenes que con sus recuerdos van revistiendo y dando forma a una única historia, la de Blanquita. Como ejemplo, a la ya dura vida de la joven, se incorporan las revelaciones de uno de los adolescentes que sufrió abusos sexuales, narrando con detalle el cuerpo desnudo de su agresor y las sesiones de sexo a las que fue sometido, junto a otros niños. Un relato que servirá a Blanquita para crear un testimonio más sólido e impactante a la hora de declarar en el juicio. Todo ello bajo la supervisión de Manuel.

Una aguda crítica social, política y religiosa. Lo social que se mueve al son de las noticias difundidas por los medios de comunicación. En el plano político a través del contexto de poder, corrupción y manipulación, en el que todo debe negarse y taparse aunque sea verdad y en el religioso, entre situaciones difíciles de olvidar, como la conversación que mantiene Manuel con su superior, que no tiene desperdicio.

El filme disfruta de una acertada dirección y un potente guion, sustentado por sus dos protagonistas principales, Laura López, creando un personaje dramático, desconcertante y oscuro y Alejandro Goic, encarnando con absoluta credibilidad a un cura, en busca de la verdad, escudándose en gran medida en su pupila Blanquita, para hacer justicia o tal vez, buscando venganza, pues su personaje ofrece demasiadas aristas. Dos importantes interpretaciones que sirven al espectador para internarse en ese submundo. Termino con una frase que impacta cuando se escucha en la voz de Blanquita “Ellos pueden violar pero yo no puedo mentir”.

Mi nota es: 7

ESTRENO EN ESPAÑA: 12 de mayo.

REPARTO: Laura López, Alejandro Goic, Amparo Noguera, Marcelo Alonso, Daniela Ramírez, Ariel Grandón, Katy Cabezas y Nicolás Durán.

PRODUCTORA: New Europe Film Sales// Don Quijote Films// Varios lobos// Tarántula// Bonne Pioche Cinema// Madants//

DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Surtsey Films.

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