La coproducción entre el Reino Unido, Irlanda y Estados Unidos, La hija eterna, está escrita y dirigida por Joanna Hogg.
En medio de la niebla, cruzando un bosque de árboles, un taxi llega hasta el Moel Famau Hall, una gran mansión convertida en hotel. El taxista le comenta a Julie/Rosalind (Tilda Swinton) que viaja con su madre, que un día mirando las fotos de cuando se casó, en una de ellas, tomada enfrente del hotel, se dio cuenta de que había alguien mirando a través de una ventana de un cuarto que no estaba alquilado; desde entonces procura no pasar delante del hostal por las noches. Llegan al hotel y la recepcionista (Carly-Sophia Davies) parece poco entusiasmada con la llegada de las dos mujeres. Ya en la habitación y mientras Julie coloca sus pertenencias, ve por la ventana como la recepcionista abandona su puesto y se sube a un coche, perdiéndose en la noche.
La guionista y directora, Joanna Hogg, tras finalizar sus estudios en 1970, trabajó como fotógrafa y empezó a rodar películas en Super-8. Contó con el director británico Derek Jarman como mentor y obtuvo una plaza para estudiar dirección en la National Film and Televisión School, gracias a su trabajo sobre la escultura kinética del artista Ron Haselden. Para su graduación dirigió el cortometraje titulado “Caprice” 1986 contando como protagonista con Tilda Swinton. Entre sus obras, además de los videos musicales y episodios para algunas series de televisión, debutó en el largometraje con “Unrelated” 2007, “Archipelago” 2010, “Exhibition” 2013, “The Souvenir” 2019, “The Souvenir: Parte II” 2020 y este año nos ofrece “La hija eterna” 2022.
La premisa de la historia resulta interesante e inquietante y el comienzo, prometedor, pero en eso se queda la película, pues se va desinflando a medida que transcurre el metraje. Un inicio engañoso que nos mete en situación, ofreciendo una ambientación que aunque manida, correcta. La banda sonora envolvente que avecina que algo va a suceder y nos avisa que debemos estar alerta. El taxi circulando en medio de la noche, cuyos faros, como los ojos de un animal nocturno, se abren camino entre los árboles que flanquean la angosta carretera. El interior de ese taxi en el que viajan dos mujeres, una de ellas durmiendo y la otra atendiendo la conversación del taxista, quien está relatando un acontecimiento sucedido en el hotel en el que se van a alojar y el propio hotel, que se presenta ante nosotros, en ese final del camino, entre la densa niebla, con aspecto fantasmagórico y cuya recepcionista parece ser la única trabajadora del establecimiento quien una vez terminada la jornada, abandona el hotel, cuando su novio viene a recogerla.
Un inició que nos trae recuerdos de otras películas clásicas del género de suspense y en cuyo hotel, da la sensación que las únicas alojadas, son ellas y entonces nos asalta la duda. ¿Estamos ante una película de casas encantadas? Por una parte me decía, no, por favor, otra no, pero tras terminar de visionarla, lo hubiera preferido. Joanna Hogg somete al espectador a una tortura de 96 minutos y la hija eterna se convierte en la eterna pesadilla. El motivo de este tedio no es otro que una dirección perezosa donde la directora se extravía en la niebla y la noche, los recuerdos, los remordimientos, la soledad, la pérdida, el miedo al olvido, la familia y el amor maternal; temas todos muy interesantes y que hubieran dado mucho juego, pero que sin saber el motivo, abandona a su suerte con una desgana contagiosa, limitándose a exhibir los paseos de Julie por los alrededores o en el interior de la casa, en mitad de la noche, al no poder dormir por los ruidos que escucha; las comidas que realizan en el comedor madre e hija entre conversaciones del pasado que Julie graba en su móvil, como apoyo para su novela y lo peor de todo, lo que la directora pretende guardar con celo en un intento fallido de giro argumental, pues el espectador lo descubre demasiado pronto, esperando que haya algo más, que jamás llega.
Quizás el mayor error que comete la guionista y directora, es haber limitado la historia a dos personajes, a los que no saca el provecho suficiente y a unos pocos secundarios que manipula como peones insignificantes en un intento estéril de que nada se descubra, cuando todo ya se sabe y lo peor, tratar al espectador de incauto ante un género, el terror y suspense, en donde su gran giro ya lo hemos presenciado en varias películas siendo, posiblemente la precursora, con la que nos sorprendió M. Night Shyamalan en el año 2000, la más recordada y cuyo título omitiré. Sinceramente, se podría haber esforzado en trabajar un guion que por una parte, por inseguridad, lo lapida, no profundizando en la relación entre madre e hija y por el lado, el desenlace que cae en una mala imitación.
Mención especial merece Tilda Swinston, quien lleva todo el peso de la película, interpretando los dos personajes: Madre e hija. Un magnífico trabajo actoral digno de aplauso. Está brillante, al igual que cabe destacar la fotografía de Ed Rutherford y la inquietante banda sonora: 1.- “Andante Tranquillo” de Tapiola Sinfonietta & Jean Jacques Kantorow, 2.- “Pandaemonium” de Giant Swan, 3.- “Virgo Rebellion (Lucy Remix) de Caterina Barbieri, 4.- “Fuck You (feat. Warrior Queen) de The Bug, 5.- “Happy Birthday Song” (Elenco) y 6.- “Deadhead” de Ital Tek.
Mi nota es: 6
ESTRENO EN ESPAÑA: 12 de mayo.
REPARTO: Tilda Swinton, Joseph Mydell, Carly-Sophia Davies, August Joshi, Zinnia Davies-Cooke, Alfie Sankey-Green.
PRODUCTORA: BBC Films// JWH Films// A24// Element Pictures// Sikelia Productions.
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Elastica y Filmin.
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