El 28 de diciembre se
cumplieron 121 años del nacimiento del gran Edgar Neville, unánimemente
considerado uno de los mejores directores de nuestra historia y sin duda, el
cineasta que mejor consiguió captar la forma de vida, popular y castiza, de la
sociedad de su tiempo. Pero Edgar Neville no sólo fue un gran director de cine,
sino una figura fundamental de su tiempo, una personalidad arrolladora, un
enamorado de la vida, íntimo amigo de Chaplin y de Douglas Fairbanks, de Jean
Cocteau y de Luis Buñuel, un apasionado del flamenco, compañero de escrituras de
Jardiel Poncela y de Miguel Mihura.
Por ello, porque pocos
cineastas se merecen todos los homenajes posibles, FLIXOLÉ presenta la mayoría
de los largometrajes de Edgar Neville que se conservan, porque no hay mejor
tributo que volver a ver sus películas, que más allá de la técnica y de las
sabias estructuras narrativas, consiguen dejar un poso de alegría, de confort,
como si hubiésemos estado en una verbena. Edgar Neville, fue un hombre culto,
aristócrata, pero ante todo, fue un paradigma de su tiempo, que supo disfrutar
de todos los placeres que la España de su época le otorgaba. Y eso se ve en sus
películas.
El ciclo comienza con
uno de los acontecimientos más importantes de los últimos años, la recuperación
de las tres películas que Edgar Neville realizó en Roma, durante la
posguerra: “SANTA ROGELIA” (1939), “LA MUCHACHA DE MOSCÚ” (1942) y
sobre todo la mítica y polémica “FRENTE
DE MADRID” (1939). Estas películas se habían podido ver únicamente en
copias incompletas, y con gran dificultad de acceso, pero ahora están
disponibles para todos debidamente remasterizadas. Estas tres películas son
además el comienzo de su larga relación sentimental y profesional con Conchita
Montes, considerada la actriz más elegante de la posguerra.
Aunque había estado en
Hollywood a principios de los años treinta, y en esa década dirigió ya varios
largometrajes, fue en los cuarenta cuando Edgar Neville se desveló como el gran
cineasta que era. FLIXOLÉ muestra en su catálogo gran parte de su producción en
esa década mágica, en la que fue muy prolífico, y entregó sucesivas obras
maestras, de distinto signo e incluso género. “CORREO DE INDIAS” (1942) empieza pareciendo una película de
aventuras para acabar siendo una de las películas más románticas del cine
español; “EL MARQUÉS DE SALAMANCA” (1948)
es un extraordinario relato de cómo Madrid se convirtió en una gran capital
europea. “Y NADA” (1947)
es la adaptación de la galardonada novela de Carmen Laforet, masacrada por la
censura.
Pero fue en 1945 cuando
hizo su obra maestra, “LA VIDA EN
UN HILO” que trajo a España los secretos de la comedia sentimental de
Hollywood que él conocía tan bien, con una historia de diversos destinos, y
sobre cómo la vida a veces da segundas oportunidades. Neville basó toda su
carrera en mostrar cómo se podía hacer un cine popular, autóctono y
cosmopolita, y aquí lo consigue, aplicando las enseñanzas de sus admirados
Charlie Chaplin y Frank Capra. La vida en un hilo se ha definido
alguna vez como auténtico cine de Hollywood con acento de Chamberí, y así
es.
Tras eso, realizó su
trilogía castiza, tres películas ambientadas en el corazón del viejo Madrid,
mostrando muchos lugares que ya han desaparecido. “EL CRIMEN DE LA CALLE BORDADORES” (1946), “DOMINGO DE CARNAVAL” (1945) y “EL
ÚLTIMO CABALLO” (1950). Todas ellas son reivindicaciones del sainete y de
la veta castiza de nuestra cultura popular, pero mezcladas con el mejor cine de
género, como en Domingo de carnaval, un thriller ambientado en el Rastro y
en el parque de la Bombilla; o El crimen de la calle Bordadores, un
melodrama desgarrado en la línea de Max Ophüls, o la comedia ecologista El
último caballo, que tan actual puede parecer en su mensaje.
En los cincuenta
decidió darle un giro a su carrera, y quiso rendirle homenaje a su gran pasión,
realizando “DUENDE Y MISTERIO DEL
FLAMENCO” (1952), un documental sobrio y riguroso, que explica el
origen de algunos palos del cante y que incluye inolvidables
interpretaciones de auténticos mitos, como Fernanda de Utrera o el bailarín Antonio.
Tras ello, quiso crear
auténticas fábulas urbanas, que mostrasen el otro lado de la vida y las
repercusiones de los pequeños actos. La primera película en esta línea
fue “LA IRONÍA DEL DINERO” (1955),
una película en cuatro episodios, que empiezan con el hallazgo de una cartera
ajena con una gran cantidad de dinero. Pero FLIXOLÉ también ofrece sus dos
últimos largometrajes, obras fruto de la sabiduría de toda una vida, como “EL BAILE” (1959), la
adaptación cinematográfica de su obra de teatro, el éxito más contundente de su
carrera, que estuvo cuatro años en cartel y que llegó a estrenarse en
Londres. Su despedida fue “MI
CALLE” (1960), un canto nostálgico a la vida de Madrid durante medio
siglo, una comedia coral, popular y melancólica. Pero también la despedida más
coherente de su director.
Como la mejor forma de
reivindicar a un director es viendo sus películas, FLIXOLÉ da la posibilidad de
disfrutar, una vez más, de las obras geniales de Edgar Neville, uno
de nuestros genios más absolutos y una de las personalidades más atractivas del
siglo XX. Todas las películas se ofrecen con una calidad de imagen excepcional,
totalmente remasterizadas y restauradas.
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