Yana (Ia Sukhitashvili) abre las puertas del
salón del reino de los Testigos de Jehová en donde van acomodándose los
hermanos. Cuando el salón está lleno, David (Rati Oneli) esposo de Yana, comienza a platicar sobre el momento en
que Dios puso a prueba la fe de Abraham. En medio del acto, alguien lanza al
interior de salón un cóctel molotov incendiando el reciento. David intenta buscar
pruebas a través de las cámaras de seguridad, pero sabe que la policía no le va
a hacer el menor caso, por lo que decide buscar otro espacio para abrir un
nuevo salón, teniendo que viajar por unos días. Yana se niega a acompañarle y se
queda con su hijo Giorgi (Saba
Gogichaishvili), en casa. Su hogar, su mundo. A partir de esos instantes,
en esos días de aislamiento y soledad, se agitará su mundo interior.
La directora y
guionista, Dea Kulumbegashvili, estudió
Dirección Cinematográfica en la Escuela de Artes de la Universidad de Columbia
y Estudios de Medios en The New School en Nueva York. Debutó con el cortometraje
“Invisible Spaces” 2014, premio al mejor cortometraje en el Festival de Cine
Independiente de Roma y “Lethé” 2016, llegando su debut en el largometraje con
“Beginning” 2020, que ha obtenido el Premio FIPRESCI en el Festival de Toronto
y en el Festival Internacional de San Sebastián, los premios de Mejor película,
Mejor Dirección, Mejor Actriz Ia Sukhitashvili y Mejor guion.
Beginning es una de
esas películas inmersivas que nuevamente divide a la crítica y a los
espectadores para amarla u odiarla a partes iguales, y posiblemente en ese filo
del abismo que algunos realizadores son capaces de situarse, estriba su poder.
No es un filme fácil, vaya por delante, nada fácil, pero sí es una obra con un
magnetismo especial, que a quien tiene la capacidad de atrapar, lo envuelve en
un extraño laberinto de emociones y percepciones que perduran hasta la escena
final, la cual te paraliza, al igual que el cierre con ese breve epílogo, que
te deja pensando mientras desfilan los títulos de crédito. Hace ya bastante
tiempo que un final, no me impactaba y sorprendía a la vez. Por unos segundos reconozco,
que me vi perdido en ese horizonte que los guionistas y la propia directora
habían trazado desde el inicio,
traspasando la psique de la protagonista y manteniendo esa tensión emocional
durante toda la obra, para culminar de manera tan brutal.
Lo que tengo claro es
que Beginning es arte en esencia pura, filtrándose en cada fotograma. Cada
plano secuencia está exquisitamente planteado y expuesto a través del formato
de pantalla que han decidido utilizar, pensando hasta en el detalle más
insignificante, desde los gestos en sus personajes hasta llegar a los entornos
por los cuales deambulan; marcados por los encuadres, la luz o el color que
desembocan en la magnífica fotografía a cargo de Arsheni Khachturan, sin
olvidar el extraordinario sonido. Una de mis escenas favoritas es el largo
plano corto secuencia en donde Yana se tumba sobre las hojas caídas en pleno
campo, adoptando una postura de completa quietud, boca arriba, con los ojos
cerrados y las manos sobre el pecho. Por más que su hijo la intenta sacar de su
“letargo”, ella no se inmuta, mientras escuchamos de fondo, los sonidos que la
naturaleza nos ofrece. En un momento determinado, la cámara decide encontrase
con la mirada del hijo que la observa en silencio. Al retorno de esa cámara, en
un plano más general, ella comenta a Giorgi, que está junto a ella tumbado, “No
estoy muerta”. Una escena absolutamente brillante, cautivadora y seguramente la
más reflexiva de toda la película, aunque contiene otras muy potentes.
Una obra sobria en
diálogo y lenta en su exposición, tocando temas como la religión, la familia,
la maternidad, los abusos sexuales, las vejaciones hacia la mujer, las
separaciones, la viudedad, los miedos, el abandono, el perdón, el machismo, la
muerte o los engaños, en un gran ejercicio de contención en la dirección e
interpretación, destacando a una soberbia e impecable Ia Sukhitashvili, que nos
deja sin aliento y alienta a la vez. Cuenta con una cuidada partitura de Nicolas Jaar. Un filme arriesgado, pero como
siempre se ha dicho, quien no arriesga no gana y aquí su directora lo ha puesto
todo en el asador para ganar y lo ha conseguido, llevándose cuatro de los
grandes premios de San Sebastián en esta última edición: Mejor película, Mejor
Directora Dea Kulumbegashvili, Mejor
actriz Ia Sukhitashvili y Mejor Guion que la directora comparte con Rati Oneli.
Una obra recomendable para un público que busca la diferencia, alejándose de lo
convencional.
Mi nota es: 7
ESTRENO en ESPAÑA: 4 de
Diciembre
REPARTO: Ia
Sukhitashvili, Kakha Kintsurashvili y Rati Oneli
PRODUCTORA: First Pictures// Office of Film
Architecture// OFA
DISTRIBUIDORA en
ESPAÑA: Surtsey Films.
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